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El Telégrafo
Efrén Guerrero

El mundo según el rock and roll: Cosmópolis

14 de mayo de 2024

Hoy les quiero recomendar un libro. Eric Packer, el protagonista de "Cosmópolis" de Don DeLillo, es un magnate de las finanzas de Wall Street, hábil en detectar y aprovechar las fluctuaciones del mercado. Despreocupado por las teorías sobre el fin de los tiempos, encarna la descripción de Tom Wolfe sobre los "maestros del universo" de Wall Street, cuya capacidad para mover grandes sumas de dinero les otorga un poder casi mágico sobre la sociedad.

Mientras domina el mundo, a Erick le dan ganas de cortarse el cabello. Se sube a su limosina-sala de entretenimiento-sala de citas, y se va a la peluquería. Y es aquí donde el libro se vuelve en un viaje por ese Manhattan posmoderno. La Nueva York que quisimos destruir con Nostradamus y que sobrevive cada vez, se la retrata con olor de asfalto, curry, goulash y comida africana, con sonidos de rock de calle, rap etíope y libros en ediciones príncipe. Con un poco de calma uno puede notar los colores, y las formas, y pienso que el autor logra hacer algo interesante: aprovecha nuestra imaginación absolutamente mediatizada. Se vuelve un Fausto neoyorkino, viendo desde la ventana de la limosina con ojo irónico a los movimientos Occupy, mientras con un clic rompe la banca del sudeste asiático.

Erick no es un antihéroe, es un símbolo. Es la imagen de todos aquellos que ya han superado la pirámide de Maslow a base de astucia e inteligencia. Su vida ya es un flujo de datos que corre en medio de los números del stock de finanzas. Y sorprende, porque cuenta su vida entre visita y visita de la limosina – la sorprendente cuarta pared del relato- como una crisálida tecnológica, que muestra vida, pasión y caída de una sociedad. El resto lo tienen que leer ustedes. No crean que les voy a ahorrar comprar el libro. Erick no lo querría así.

Con el final de los tiempos cerca, DeLillo decide poner a Parker frente a sí mismo, y nos regala una a veces salvable, muchas veces fría y encabronante, pero profundamente real. ¿Qué más puede hacer feliz a quien tiene todo, que entregarle su propia humanidad? Ese es el dilema del libro, y en verdad se los recomiendo. Después, vean la película de Cronenberg. Después me dan las gracias.

Recomiendo para la lectura de este libro como bebida una gaseosa light (plástica, fría, deliciosa, potencialmente peligrosa para la salud) y del hermoso "Madness" de Muse, buenos tonos para nuestro fin del mundo mediatizado, y que lo veremos antes de toda vía Facebook.

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