Bienvenidos a la campaña electoral ecuatoriana. El 5 de febrero tenemos que enfrentarnos, como en toda democracia moderna, al riesgo máximo: elegir a aquellos que pueden mejorar nuestra vida o hacer de ella un infierno únicamente con una rayita en la papeleta electoral. Es una decisión singular pero eso es el riesgo de la poliarquía y su extraordinario poder transformador.
Hasta ahora no tengo decidido mi voto, y creo que muchos de ustedes igual. Como nunca antes en la historia, los gobiernos locales tienen un interés primordial, dada la gran cantidad de competencias existentes en la Constitución y el COOTAD. Además, hay un tema identitario: las ciudades y las provincias son animales políticos únicos, con necesidades territoriales, políticas y de servicios distintas. Tal vez no hay trabajo más difícil en el Ecuador, además del de Presidente que el de Alcalde. Por esa razón no podemos equivocarnos en la elección.
Pero para tomar esa buena elección, debemos salir del malestar emocional que provoca la campaña electoral. La intromisión de decenas de personas – algunos auténticos desconocidos – ofreciendo cambiar tu vida mágicamente, es un costo asociado a las sociedades modernas que tenemos que sobrellevar. Personalmente, me indigna mucho cómo se está dando el proceso, que parece más una venta improvisada de baratijas que las decisiones más importantes que un grupo humano necesita para poder sobrevivir. En ese sentido, quisiera ofrecerles tres consejos y una canción para esta época algo confusa. Son las expresiones de un ciudadano cualquiera – y muy preocupado – así que tómenlas con beneficio de inventario.
En primer lugar, recuerde que la campaña electoral es una inmensa operación de mercadotecnia. Cada mensaje, palabra y hecho que usted está leyendo, viendo o escuchando es una decisión de asesores electorales, que han pasado mucho tiempo estudiándolo a usted como un simple número. A ellos, no les importamos. Está todo diseñado para que sus mensajes se metan en nuestro cerebro y que no reflexionemos, sino que creamos. En tal razón, evite sus impulsos primarios y busque planes, textos y propuestas que lo obliguen a usted también a pensar.
En segundo lugar, los candidatos buscarán que usted acepte su propuesta y que rechace todas las demás, endilgando a sus competidores todos los males del mundo, mientras más horribles mejor. Se llama “dicotomización negativa” y es un clásico de la propaganda. Mi mejor propuesta sería que evite a los candidatos que a punte testosterona o estrógeno quieran denigrar a otro candidato, y trate de elegir a los que busquen mejores condiciones de concordia y respeto al que piensa diferente, que mucha falta le hace eso al país.
Finalmente, huya como del áspid de los que denigran su inteligencia bajando los grandes problemas de su ciudad o provincia a decisiones cortoplacistas y cuasi milagrosas. La gestión pública es algo mucho más desafiante y complejo que decir “lo vamos a hacer”, implica uso adecuado y responsable de recursos, buenas relaciones comunitarias e interés de mejorar su entorno y no su bolsillo. Si un candidato se vende como un producto, huya de ese candidato. Supere al baile, la cuenta de Tik Tok y el mensaje facilón. Sea usted mejor persona que su candidato, ahí si la gente gana, y no la política a la ecuatoriana que es nuestra fatal enfermedad.
Para ese enfrentamiento entre su sentido común y la alienación de las decenas de campañas electorales, le recomiendo usar la mejor banda sonora posible, Know Your Rights, de los incombustibles The Clash, primer single del Combat Rock (CBS, 1982) Joe Strummer dice “Este es un anuncio público… ¡con guitarras!, y habla de tres derechos, a la vida, a la comida, y a la libertad de expresión… si uno es lo suficientemente tonto para intentar exigirlos. Con un riff asesino en esa mezcla entre punk y reggae que nunca falla, hay una crítica mordaz a aquellos que venden un discurso sobre los correcto y en el primer segundo que tienen una milésima de poder político pierden todo sentido de humanidad y sensibilidad.
Desde ya, y por nuestro bien, les pido votar bien. La democracia es tan hermosa que es capaz de darnos la oportunidad de decidir nuestro verdugo o líder positivo. Nos empodera tanto que nos hace dueños de nuestro destino. No se dejen engañar por la campaña, y si no creen en nada de esto, al menos crean en el rock and roll, que nunca nos ha fallado. Nos vemos en dos semanas.