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El Telégrafo

El mensaje de las Fuerzas Armadas

16 de diciembre de 2013

Sin duda, todo proyecto político que busque transformar una sociedad se encontrará con todo tipo de obstáculos, desde los ideológicos hasta los económico-culturales e identitarios.

Y esto, se puede decir, es de esperarse porque en las estructuras  la inequidad y la injusticia son tan profundas que los distintos sectores buscan preservar sus beneficios, sus ventajas, frente al resto de la sociedad; y no cabe duda de que las estructuras militares en  Ecuador, con todo y su reconocida trayectoria histórica no escapan a la historia social del país. Ninguna institución está por sobre la Constitución que emana del Poder Constituyente, fuente única e inalienable del pueblo en su ejercicio soberano.

Esto no está en discusión y, por tanto, todas las instituciones deben sujetarse a lo que el mandante ha ordenado. Estos principios que sostienen una sociedad democrática son fundamentales para que la democracia misma tenga una sujeción real, material, con esos seres humanos que la conforman. Con pobreza, exclusión, marginalidad e inequidad no puede haber democracia humana. Es por eso que las instituciones deben apuntalar una sociedad, un Estado, que garantice el bien común, el bien de las mayorías y, en consecuencia, adaptarse a los requerimientos que demanda la sociedad.

Pero cuando se trata de las Fuerzas Armadas parece que se convierte en un tema tabú, no solo en  Ecuador sino en América Latina. Y es hora de romper con ese tabú, de abrir el debate social sobre la historia y el futuro de las Fuerzas Armadas en una sociedad democrática del siglo XXI.

Porque es inadmisible el ‘mensaje institucional’ de cuatro minutos que los altos mandos difundieron por la televisión. Primero, no se han dirigido al pueblo ecuatoriano sino que se dirigieron a sí mismos para decir que están preocupados por la propuesta de reubicar soldados a otros cuerpos de seguridad que requiere el país.

Propuesta de traspasos que será de carácter voluntario, con beneficios económicos y ascenso inmediato. Lo contradictorio del video es que sus pronunciamientos deberían haber seguido los canales pertinentes primeramente, ya que en el video se dice que después de conocer el proyecto “(…) tendremos una opinión consensuada que se hará conocer usando los canales respectivos ante las autoridades correspondientes”.

Es eso lo que primero deberían haber hecho antes de salir en TV con el objetivo de “evitar cualquier tipo de rumores”. Declaraciones contradictorias, inoportunas y que de alguna manera ejemplifican esos rasgos culturales que han pesado en la sociedad ecuatoriana de que todos quieren cambiar, pero primero que lo hagan los otros o que no se toque nada de lo que se tiene.

El debate del rol de las Fuerzas Armadas es un debate entre otros, ni más ni menos, pero sí centrado en lo que el país requiere bajo las exigencias constitucionales de desconcentrar y descentralizar el Estado bajo las demandas reales, objetivas, del desarrollo territorial.

Las declaraciones del Jefe de Estado son tajantes: “El Presidente de la República no tiene que socializar, ni preguntar ni consultar con el Comando Conjunto para ejercer sus atribuciones constitucionales”.

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