El análisis de los resultados del referéndum, de la elección de dignidades seccionales y las del Consejo de Participación Ciudadana, son realizadas comúnmente desde la perspectiva política, reducida a la medición de fuerzas electorales. Es decir, se interpreta que una fuerza, la del “correísmo” ganó sobre la fuerza del gobierno, cuya figura es el presidente Guillermo Lasso. Numéricamente es así, dado a que efectivamente la fuerza liderada por el ex presidente Correa, obtuvo las alcaldías y prefecturas de las principales ciudades y provincias y logró el triunfo del “No” en todas las preguntas de la consulta, para evitar la enmienda de la Constitución en aspectos relacionados con las potestades de órganos, la representación, la extradición y regulaciones ambientales. En este esquema, falta aún por identificar la fuerza del voto nulo.
No obstante que el balance de la correlación de fuerzas electorales está claro, subyace una pregunta: ¿Qué país se pronunció en las urnas el 5 de febrero último? Se trata de una pregunta compleja, que abarca la cultura política, la realidad económica, las unidades de cohesión social, lo anímico y la mediación comunicativa.
En términos de cultura política hay síntomas tanto de cambios como de continuidades: los ecuatorianos están acostumbrados a votar entre opciones de “partidos” fuertes, y en esta ocasión sólo hubo una opción frente a la ausencia por disolución de las otras en términos nacionales. La comunicación tuvo su parte: se produjo un rechazo a la política vacía de contenido, llenada con la fantochería tiktokera.
Más allá del clientelismo, hay un aspecto que siempre subyace y casi nunca es considerado: se trata del voto corporativizado, aquel que se toma en conjunto para responder no solo a fines políticos, sino sobre todo económicos. Los protagonistas de la jornada han sido los sectores populares, que, en términos económicos, vista la realidad en vivo y en directo, han adquirido en buena parte, por obvias razones, una autonomía monetaria relativa. Ese sistema es funcional para muchos, salva no solo el problema de la pobreza, sino que les resuelve aparentemente el problema del estatus, un asunto fundamental en una sociedad de escaleras. El análisis de los resultados de la jornada electoral, no se puede desprender de la nueva estructura económica del Ecuador. El poder siempre reside en el capital.