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El Telégrafo
Gunther Kublik articulista

¿El marchitar de la democracia?

09 de agosto de 2024

Sudoración excesiva. Manos temblorosas. Paranoia. Cambios de humor. Confusión y alucinaciones. Todos estos son síntomas comunes de la abstinencia de un adicto. En este caso, escribiré sobre adictos al poder y la falta de garantías en un sistema democrático para evitar que adictos al poder se mantengan como tomadores de decisiones a costa del bienestar de sus ciudadanos. 

Quien es adicto al poder no va a detener su sed con una clara mayoría que lo rechaza. El ingenio humano ha demostrado ser fascinante en estos casos; todo sistema informático puede ser alterado y toda acta física falsificada con tiempo y astucia.

No me refiero solo a Venezuela, Nicaragua o Cuba, ni tampoco solo a China, Corea del Norte, Rusia, Siria, Camerún, Chad, Eritrea, Guinea Ecuatorial, Irán, Kazajistán, Myanmar, Ruanda y Turkmenistán. Regímenes autoritarios con manipulación electoral o sin elecciones. 

Cada país merece su estudio, pero tienen en común represión política, limitaciones de libertades civiles y violaciones sistemáticas de derechos humanos. ¿Es esto una muestra de que el modelo democrático tradicional está quedándose corto? ¿O de que existe una necesidad de repensarlo?

Ustedes, brillantes conocedores de la materia, me dirán que muchos no son verdaderas democracias, algunos plutocracias... ¡Y tienen razón! Porque una democracia debe cumplir con: elecciones libres y justas, sufragio universal, Estado de derecho, derechos y libertades civiles, separación de poderes y participación ciudadana. 

En la otra cara de la moneda, tenemos problemas vividos en carne propia. Más allá de que cada vez más ciudadanos votan nulo porque no se sienten representados ni confían en el sistema, algunos no se interesan por votar, otros acuden obligados, muchos interactúan enérgicamente sin tener una posición formada y pocos son adictos al poder que se abren paso por zonas grises para usarlo con fines egoístas y maquillarlo con políticas a corto plazo que se ven bien en cámaras. 

En fin, la democracia es una forma de gobierno en la que el poder reside en el pueblo, pero... ¿ustedes se sienten con poder? ¿Sienten que sus derechos e intereses están representados y protegidos? ¿O acaso esta bella flor que todos somos culpables de arrancar... se está marchitando?

Propongo que busquemos soluciones con herramientas menos exploradas. Modelo de demoscopia, democracia líquida, meritocracia, anarquía. Ya que cada día que vivimos es una hoja en blanco para crear y cultivar una nueva flor.

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