El equilibrio de la balanza comercial de Ecuador ha dependido históricamente de la exportación de los productos tradicionales de sus tierras agrícolas, como son el cacao, café, caña de azúcar y banano, lo cual significa una base sólida económica para facilitar el cambio de nivel en la propuesta de un cambio urgente de la matriz productiva.
Del recurso natural suelos se apoya también nuestra seguridad alimentaria proporcionando una oferta de productos alimentarios básicos, como son los cereales, arroz, cebada, trigo (en menor producción), variadas legumbres (frutos de las leguminosas, como son los frejoles) y frutas de estación. Seguramente esta tarea de producción de alimentos que sin mayor realce se cumple utilizando el recurso suelo es la más valiosa contribución que se hace para beneficio de nuestro pueblo, tornando urgente la administración científica del recurso para la conservación de sus características naturales.
Al respecto, el director general de la FAO, José Graziano da Silva, en vísperas del Día Mundial del Suelo que se celebra el 5 de diciembre, señalaba su enorme importancia del recurso en la producción mundial de alimentos, al cual no prestamos la suficiente atención, calificándolo como el ‘aliado silencioso’ que no solo constituye la base para los alimentos, combustibles, fibras y productos médicos, ya que el suelo también es esencial para nuestros ecosistemas, desempeñando un papel fundamental en el ciclo del carbono, almacenando y filtrando el agua, y mejorando la resiliencia ante inundaciones y sequías.
América Latina y el Caribe tienen las reservas de tierra cultivable más grandes del mundo, pero el 14 por ciento de la degradación mundial de los suelos ocurre en la región y de esta condición participa Ecuador.
La evaluación y condiciones del recurso suelos con las que cuenta Ecuador son discrepantes de acuerdo a la fuente de la cual provienen y no tenemos una política vigente y su información es utilizada con poca frecuencia para la planificación y manejo de los cultivos. Como ejemplo podemos citar el vasto territorio ocupado por el cultivo del arroz, en el cual se utiliza como práctica tecnificada las fangueadoras, herramienta causantes de la degradación de suelos (a corto plazo) cuando no son típicos arroceros. Los suelos arroceros en los mapas con los que contamos están claramente definidos como vertisoles.
La 68ª sesión de la Asamblea General de la ONU declara 2015 Año Internacional de los Suelos (A/RES/68/232) y entre sus objetivos (que revisaremos posteriormente) tenemos los siguientes:
-Conseguir la plena concienciación de la sociedad civil y los responsables de la toma de decisiones sobre la profunda importancia del suelo para la vida humana.
-Educar al público sobre el papel crucial que desempeña el suelo en la seguridad alimentaria, la adaptación y la mitigación del cambio climático, los servicios ecosistémicos esenciales, la mitigación de la pobreza y el desarrollo sostenible.
-Apoyar políticas y acciones eficaces para el manejo sostenible y la protección de los recursos del suelo. (O)