Los actores de teatro, para actuar, utilizan un libreto, un guión que les indica los pasos a dar, las frases a decir, hasta los gestos que emplear. La CIA -máximo actor del espionaje y el terrorismo- desde su nacimiento, 1947, actúa con su propio libreto, que se adapta al momento y a los distintos países. El objetivo central marcado por el libreto es el de llevar a cabo “operaciones encubiertas” que contribuyan a mantener y consolidar la hegemonía imperial a escala del planeta, según la política global y globalizadora de Washington que, para el caso, dispone que los gobiernos del orbe deben ser sus títeres o, cuando menos, aliados seguros y confiables. Someterse o morir, es la consigna.
Con este fin, el gobierno de Eisenhower estableció en 1960 la llamada Operación 40, pero ya con anterioridad, en 1953, un célebre agente, Kim Roosevelt, descendiente de una familia emblemática (los presidentes Theodore y Franklin D.), llevó a cabo con éxito una gigantesca acción para echar abajo al primer ministro de Irán, Mohammed Mossadegh, condenado por haber dispuesto la nacionalización del rico petróleo de su patria, entonces en manos de los monopolios internacionales, los Siete Dinosaurios que dominaban las fuentes y los mercados de los hidrocarburos en los cinco continentes.
Esta “operación encubierta” sentó las bases para el libreto: sobornos, reclutamiento de agentes en los órganos del Estado, los partidos, los movimientos sociales; empleo de grandes medios periodísticos, elaboración y difusión de planes “comunistas” falsos, acciones de sabotaje, atentados, grupos paramilitares, agitación callejera, implantación de autoridades confiables como el Sha, formación de una policía política, etc.
Resultado: un gobierno entreguista, criminal y corrupto que duró cerca de treinta años, hasta que se produjo la Revolución Islámica. Al año siguiente, la CIA manejó con éxito este libreto en Guatemala, para derrocar al gobierno revolucionario y nacionalista del coronel Jacobo Arbenz, inaugurando una sangrienta era del terror que duró cuatro décadas, para luego practicar operaciones en seguidilla, como el asesinato de Patricio Lumumba en el Congo (1960), invasión a Cuba (1961), derrocamiento del presidente Carlos Julio Arosemena en el Ecuador (1963), invasión a la República Dominicana (1965), instauración en Chile de la dictadura de Pinochet (1973) y un sinfín de acciones similares en México (1968), Nicaragua (la guerra de la Contra), Brasil, Uruguay, Bolivia, Honduras, Panamá, El Salvador.
En este contexto, después del fallido 30-S, se anuncia una nueva “operación encubierta” de la CIA en nuestra patria, esta vez para impedir la reelección presidencial de Rafael Correa, considerado por la ultraderecha norteamericana y nacional como peligroso integrante del “Eje del Mal” que reúne, según este sector delirante, además del Ecuador, a Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua. Este es el libreto de la CIA. Prohibido olvidar.