En tiempos de la repetitiva globalización sonaría sin sentido hablar de liberalismo del Opus Dei. Pero resulta que no es tan extraño como que en España un par de medios privados de comunicación lancen la candidatura a la presidencia de un banquero ecuatoriano, el cual está apadrinado por un ex presidente español del partido popular, que anduvo hace algunas semanas recogiendo un doctorado honoris causa por tierras ecuatorianas.
Primero se otorgan doctorados al padrino como al precandidato, para tratar de afianzar sus grandes aportes a la sociedad ecuatoriana y al mundo. El precandidato a presidente o a alcalde de una de las metrópolis del país afirma: “La vida me ha hecho liberal” (2011/11/15: El Mundo), y a su vez es miembro supernumerario del Opus Dei. ¿Cómo comulgan en un solo cuerpo dos mundos opuestos? No es difícil ni contradictoria esa condición. Si es en términos de los intereses económicos-financieros-comerciales, el liberalismo es el motor ideal para materializarlos. Si son intereses ético-morales-políticos, el conservadurismo es el motor idóneo para concretarlos. Se podría decir que los intereses económicos, etc., deberían corresponderse con los éticos-políticos.
Se tendría razón si la sociedad ecuatoriana fuera estrictamente una sociedad de clases, pero coexisten las clases sociales, con estamentos y castas. Entonces se produce una amalgama de interés entre cruzados, que han sido el corazón de las poderosas oligarquías y grupos dominantes en el Ecuador. Por eso el precandidato, nos presenta que, siendo banquero-liberal, su banco, porque es de él, no nuestro, tiene como su razón de ser tener y estar en el corazón de la gente y no el vil rendimiento financiero.
Ahí observamos su ética-política conservadora, la cual exalta el hombre por sobre el interés mercantil, pero eso no significa que democratizaría la propiedad accionaria, es decir, vendería sus acciones a sus empleados y socios de los barrios. De esta manera se declara un ferviente católico, apostólico y romano y a su vez practica una férrea moral económica protestante. Por eso el banquero no miente al decir: “Lo que mueve a mi vida pública y privada es mi deseo de servir, que es una vocación”, ahora el problema es a quién sirve y a través de quiénes se lo hace. Además, afirma que eso de estudiar le estuvo limitado porque tuvo que trabajar: “Dejé de estudiar en segundo de carrera. He estudiado a mi manera. En dos días con Aznar se aprende más que un semestre en la universidad”.
Lo que provoca profunda sospecha, no es que sea un liberal del Opus Dei, sino que considere que Aznar, el ex presidente español, es mejor que una universidad. Que dirá la universidad que le dio el honoris causa. San Mateo dice: “Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero” (MT. 6, 24).
¿Y servir al pueblo?