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Ecuador, 05 de Octubre de 2024
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El Telégrafo
Guido Calderón

El lado oculto del Tungurahua (I)

15 de noviembre de 2015

Los 15 años del proceso eruptivo han hecho que el volcán Tungurahua sea uno de los nevados más fotografiados del mundo y todos tenemos sus imágenes en nuestra retina, que han sido tomadas en forma semicircular desde Riobamba, Ambato hasta Baños, pero hay un flanco que sigue desconocido, que es la parte suroriente, desde la cordillera que une al Tungurahua y al volcán Altar, punto de unión de 3 provincias: Chimborazo, Morona Santiago y Tungurahua.

Para poder fotografiarlo por esta cara desconocida, hicimos una caminata desde el cantón Penipe hasta Baños, un tramo de unos 60 km que empieza a 3.200 msmn, superamos los 4.100 y atravesamos ecosistemas diseñados para que el ser humano no pueda transitarlos: bosques de madera retorcida y dura que remontaron sobre antiguos bosques hacían que caminemos por el aire, una caída era fatal. Extensos pantanos donde a cada paso el pie se convierte en una mano de ciego que palpa cada centímetro buscando una porción que soporte nuestro peso y, ante el primer hundimiento, reaccionar violentamente para no hundirse primero y para no congelarse luego, pues ya caminamos por los 3.600 m y estar mojado al caer el día es letal.

Bosques montanos llenos de infinidad de plantas que a cada paso intentan detener al cuerpo agarrándolo, enganchándolo, cortándolo. Mientras intento zafar un brazo, muchas ramas de alta dureza a las que el machete no les hace mella están agarrando una pierna, bejucos amarran la bota, otras pinchan las manos, un pie se está resbalando, hay que cerrar los ojos para protegerlos de infinidad de puntas verdes que intentan hacer daño,  a ratos se debe caminar de rodillas porque los árboles no crecen verticales, sus ramas se entrelazan formando figuras fantasmagóricas en las cuales crece vegetación que también cobra su peaje en esfuerzo y sufrimiento.

Cuando llegamos a los pajonales a los 4.000 m, a pesar de que falta aire, es lo más amable del trayecto, pero al caminar en la mañana los rocíos de la paja mojan las piernas y empieza el agua a escurrirse dentro de la bota, lo cual entumece los pies y los hace torpes, facilitando las caídas que desmoralizan y exigen para levantarse un oxígeno que no hay a esa altura.

Cuando se supera un tramo que parecía imposible, al llegar al siguiente se extraña al anterior. Cada ecosistema es terriblemente hostil, pero hay combinaciones de ellos que pueden ser mortales si no se está acompañado de la gente correcta, de guías especializados, como Mario Gamboa, un orquideólogo que conoce estas montañas como la palma de su mano, con el pequeño detalle de que en esta ocasión el objetivo era llegar a Baños por la montaña de Runtun, una ruta que no conocía, por un flanco vertical del volcán bombardeado por rocas que al caer desprenden pedazos  de montaña y causan despeñaderos que dificultan avanzar de un abismo a otro y que termina en una cuchilla de apenas 30 centímetros de ancho, con abismos de cientos de metros a cada lado, algo que, si se intentara de inicio, nadie en sus cabales lo haría, pero que luego de pasar gargantas, precipicios, derrumbes y perdernos en la neblina, fue la salida a la salvación. (Continuará). (O)

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