Timothy Treadwell tuvo algún contratiempo en su carrera de actor. Entonces, desequilibrado, se entregó a las drogas más duras. Y en ese mundo de pesadillas reales, tras una sobredosis casi mortal, despertó y decidió empezar una nueva vida. Entonces se alejó de la gente y huyó a los parajes más inhóspitos de Alaska.
Allí no había humanos, pero sí osos. Y, sin esperarlo, se encontró cara a cara con uno que pesaba 800 kilogramos y que, parado en sus patas, superaba los dos metros y medio de altura. Timothy, paralizado, esperó un zarpazo fatal pero, para su sorpresa, el animal retrocedió, tímido. “Éramos dos almas que en ese momento nos mirábamos”, escribió Timothy en su diario.
Entonces la nueva adicción incurable fue con los osos salvajes y Timothy decidió ser uno más entre ellos. A partir de ese momento quiso olvidar cualquier cosa que le recordara a los humanos e insistió, después de muchas experiencias, que se había convertido en un animal salvaje, aceptado como hermano entre los osos.
Así fue durante trece años: su nombre se cubrió de magia y de respeto por ese profundo contacto con animales capaces de partir en dos a un ser humano con un solo golpe de sus garras. Timothy se convirtió en conferencista y promotor del cuidado de aquellos parajes para protección de la vida natural.
Pero los guardaparques lo consideraban como un visitante incómodo. “Los osos son un peligro”, le decían. Y le exigían que llevara gas pimienta, no acercarse a los animales, no guardar la comida en su propia carpa, no acampar en el mismo lugar. Pero Timothy saltaba por encima de todo, se acercaba a los osos, los acariciaba y hasta les daba de comer en la mano, tal como muestran las filmaciones que él y su novia Ammie Huguenard realizaban.
“Siento que he sido aceptado entre los osos como uno más”, escribió Timothy en su diario. Pero no todo era color de rosa. “Hay un oso que me parece un mal tipo. No me gusta. Creo que es peligroso, taimado, agresivo.”, escribió unas páginas después. Y estaba en lo cierto.
El piloto del helicóptero que debía llevar a la pareja de regreso, encontró la carpa despedazada. Y, alrededor, algunos restos de Timothy y de su novia Ammie. Las grabaciones finales – solo el audio porque el video nunca se ha exhibido --, dejan escuchar los gritos de terror de Timothy cuando fue atacado por el oso temido. Quizás se cumplió su sueño: ser aceptado como un oso más y ser objeto de una lucha por el territorio.
En ajedrez, como en la vida, si no se toman precauciones, lo que puede suceder, sucederá.
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