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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y el ajedrez

El hombre que electrizaba a las mujeres. Pero a su manera

17 de diciembre de 2015

Los españoles, pueblo amante de maldiciones intensas, suelen decir “!Que me parta un rayo, si estoy mintiendo!”. Y lo gritan mucho más desde que Benjamín Franklin inventó el pararrayos y desde que nadie cree en dioses tronantes detrás de las nubes, lanzando centellas.

Pero las apariencias engañan. Cada año, los rayos matan a unas 25.000 personas. Eso equivale a 70 personas al día, una cada 20 minutos. No está nada mal, para la puntería del dios Júpiter. Aunque es difícil conocer a alguien golpeado por un rayo.

Pero existen: Roy Sullivan fue un guardabosque norteamericano que fue alcanzado una, dos, tres…en total siete veces por un rayo. La primera vez, cerca de una torre, se inició una tormenta y quiso alejarse de la estructura metálica. Empezó a correr y ¡plum!. Despertó minutos después, a veinte metros de distancia, con la ropa chamuscada, pero vivo, al fin y al cabo.

Los próximos 27 años los dioses estuvieron en paz. Hasta que una mañana, cuando conducía, cayó un rayo sobre su auto. Sullivan perdió el sentido, se estrelló, pero sobrevivió. Un año más tarde vino la tercera broma, cuando caminaba por su jardín. Y un mes más tarde, al salir de casa con su esposa, cayó el cuarto rayo que tampoco lo mató y ya lo hizo famoso. Pero ya la gente evadía su presencia. Cuando lo veían, miraban al cielo y si aparecía alguna nube, cambiaban de acera.

En algún momento, mientras paseaba solitario por su barrio, los vecinos se sobresaltaron con una explosión tremenda. De un cielo azul sereno, sin una nube, surgió un rayo que golpeó a Sullivan y lo dejó tendido en plena calle. Era el quinto.

“Dios y yo tenemos un secreto. Pero nunca nadie podrá saberlo,” dijo Sullivan.

Y solo Dios sabe por qué intentó matarlo dos veces más, sin éxito. Una de ellas, mientras pescaba. Quedó mal herido, se arrastró al lado del lago, y para colmo fue atacado por un oso. Una semana más tarde su esposa estaba tendiendo la ropa, cerca de Sullivan, y cayó un rayo que la dejó herida.

“Vete al diablo con tus rayos!” le dijo ella, y decidió divorciarse. Roy Sullivan entró en profunda depresión, tomó su pistola y terminó con su vida, cosa que los dioses no habían logrado en siete ocasiones.

Siete rayos. Las probabilidades de que esto ocurra son de una en 1 en 100 decillones. Es decir, una en 100.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. ¡35 ceros!. ¡Que me parta un rayo si estoy mintiendo.

En ajedrez, en cambio recibir los golpes es más frecuente.

1: TxP +; R2T

2: DxPA+ y mate en la siguiente

 

 

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