El hombre bomba es un joven guardia de seguridad que vivió durante tres horas la experiencia más tétrica de la vida. Ocurrió en Guayaquil. Llegaba a su trabajo y fue secuestrado por delincuentes quienes lo quebraron sujetándole dinamita a su cuerpo.
Ocurrió lo que nunca nos había sucedido. Atar al cuerpo de un ser humano bombas como expresión de poder y control. La empresa en la que él labora ha sido extorsionada por los "vacunadores". Les han impuesto el pago semanal de dos mil dólares para "otorgarles" seguridad. Para eso lo sometieron al guardia de la empresa al terrible dolor de morir segundo a segundo mientras la policía trataba de desactivar las bombas.
Estamos amenazados. Del horror de la situación al terror del ataque de los delincuentes. No sabemos para dónde ir. Nadie en el mundo nos va a dar refugio. Hay abandono y decepción. Los delincuentes nos están ganando la batalla por la vida. El camino de la paz está derrumbado por el camino que han abierto los sicarios. Ahora nos dicen que vamos a portar armas. Fuego contra fuego. No hay tranquilidad no hay paz.
A cada paso el miedo. En cada mirada el miedo. En nuestras palabras el miedo y la impotencia. Estoy sentado en un café y todos nos miramos a ver quién es quién. Me voy al baño y en segundos entró un delincuente y se roba dos celulares y la cartera de una mujer que llora su soledad. Una lluvia triste de piedras puntiagudas cae sobre Guayaquil. Las bestias están sueltas y nos están degollando a todos.