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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

El hombre blanco que creía en tantas cosas

Historias de la vida y del ajedrez
12 de noviembre de 2015

Hay gente que no cambia. Una de esas personas fue un niño norteamericano del siglo XIX llamado John Brown, blanco, rubio, de ojos muy azules y gesto decidido. Desde siempre supo que lucharía por la libertad de todos y, en especial, por la de los negros esclavizados.

John Brown hijo de una familia profundamente religiosa, creía que todos somos hermanos y que deberíamos ayudarnos. Por esa razón John Brown, desde niño, supo que no podíamos menospreciar ni esclavizar a otros, y decidió que tenía que luchar para alcanzar la fraternidad universal. Al principio lo hizo con palabras. Explicaba, predicaba, insistía, razonaba, repetía, ponía ejemplos, esperaba, pero nunca produjo ningún cambio. Los esclavistas, profundamente religiosos, también encontraban en la Biblia argumentos a su favor. John Brown se desalentaba, lloraba a solas, reflexionaba, y volvía a empezar lleno de ilusiones para tener, al final, el mismo resultado. Supo que el corazón de los esclavistas palpitaba, no en el pecho, sino en el bolsillo.

John Brown cambió de táctica. Si no escuchaban sus palabras, escucharían sus disparos. Entonces lideró una acción armada contra los esclavistas más destacados. Asaltaron sus haciendas, los amarraron, les hicieron un juicio sumario, les leyeron frases de la Biblia acerca de la fraternidad, y enseguida los degollaron.

“Así como otro derramó su sangre por nosotros, los esclavistas derramarán la suya, para que los negros sean libres, para que todos podamos ser hermanos”. Ese era el discurso religioso-político antiesclavista de John Brown, y empezó a sumar simpatizantes para su causa.

Brown se preparó. Sabía que existían brazos sedientos de libertad, pero pensaba que unas manos desarmadas solo servían para ser esclavizadas. Entonces con una veintena de hombres asaltó un cuartel y se apoderó de cientos de fusiles. Ahora la tarea era encontrar los brazos para sus armas. Pero el ejército reaccionó y se dio una batalla en la que murieron inclusive sus dos hijos. Llevado a juicio, John Brown fue condenado a muerte. Sus últimas palabras fueron: “Ustedes han quitado la libertad a otros. ¿Qué me puede asombrar? No importa que me quiten la vida. Pero lo advierto. Otros vendrán y solo envainarán mi espada el día en que no haya necesidad de derramar más sangre.”

Esa era la estatura ética y política de un hombre que creía en muchas cosas. Por ejemplo, en la libertad, la igualdad, la fraternidad.

En ajedrez, como en la vida, algunas veces las soluciones están a la vista.

1: T8T jaque   CxT

2: A7T mate.

John Brown, antiesclavista norteamericano.
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