Las intenciones de Estados Unidos frente a América Latina a partir de su independencia llevaron a nuestros próceres a manifestar su temor por el futuro de la región. En 1829, desde la isla Santay, Simón Bolívar señalaba que “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para sembrar América de miseria en nombre de la libertad”.
Más tarde el cubano José Martí expresaba: “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas”. Entre las dos declaraciones EE.UU. se anexó la mitad del territorio mexicano y posteriormente tomó Puerto Rico estableciendo una suerte de protectorado sobre Cuba con la Enmienda Platt. Se dieron innúmeras invasiones armadas, especialmente sobre los países de Centroamérica y el Caribe. En los primeros años del siglo XX, Teodoro Roosevelt (a quien Rubén Darío en su célebre Oda advertía: “Eres los Estados Unidos/ eres el futuro invasor/de esa América ingenua/ que aún reza a Jesucristo/ y aún habla en español”.) implantó la política del “Gran Garrote” que sería utilizada cada vez que su nación lo estimara necesario, por ejemplo para arrebatar Panamá a Colombia.
La Segunda Guerra Mundial trajo cambios. Franklin Roosevelt, a quien correspondió la administración de la crisis de los 30 y la Segunda Guerra Mundial, planteó la “política del buen vecino”. Ante la necesidad de luchar contra el nazi-fascismo, una oleada democrática llegó a nuestros países, especialmente en el ámbito de la cultura.
En adelante se alternaron una y otra política. Con el inicio de la guerra fría, todo se midió por ese rasero. Así se justificaron invasiones, asesinatos y apoyo a dictaduras sangrientas. Se derrocó a Arbenz, Bosch y Allende. Cuba, a partir de su revolución, sufre permanentes ataques y un bloqueo de más de 50 años.
Con la excepción notable del gobierno de Carter, la política del Gran Garrote se mantiene. La secretaria de Estado Hillary Clinton ha anunciado sanciones a empresas que han tenido la osadía de comerciar con el enemigo de turno, Irán, incluyendo entre ellas a la petrolera nacional venezolana PDVSA.
El pueblo de Bolívar ha protestado airadamente por el intento de coartar el libre comercio del que EE.UU. dice ser abanderado; igualmente los 120 Países No Alineados en su reunión de Bali. El Gobierno ecuatoriano ha levantado su voz para defender el derecho soberano de tener relaciones comerciales con todo el mundo.
Los principios son fundamentales y el presidente Correa se guía por ellos en forma consecuente en nuestra política exterior.