En el fútbol, como en la mayoría de las cosas, los primeros fueron los chinos. Hace cinco mil años, los malabaristas asiáticos ya practicaban el apasionante balé con la pelota. A lo largo de la historia, las dinastías avanzaron, y con ellas, el balón viajó desde los pies de los legionarios romanos hasta las verdes praderas británicas. En esos lejanos tiempos, los monarcas de la época tachaban al fútbol de ser un juego plebeyo, vicioso y perturbador, aunque, dotado de una virtud aristocrática.
La paradoja se volvió aún más evidente: cuanto más se prohibía, más se jugaba. El juego se transformó en una pasión contagiosa que ofrecía diversión y consuelo, disipando pensamientos sombríos y apaciguando tensiones sociales. El fútbol se convirtió en un bálsamo para las almas de pueblos y sociedades, una devoción para los creyentes y un enigma para los intelectuales. La expansión del imperio británico propagó el fútbol a nivel global como un producto exportable.
Por lo contrario, a diferencia del fútbol que se juega con el balón, en el balompié se despliega un universo paralelo que se desenvuelve sin la pelota en juego. Permítanme explicar por qué:
El fútbol de hoy condena lo que es inútil, y se considera inútil aquello que no es rentable. ¿Qué ha cambiado? Ha cambiado la atención y el compromiso. La explosión de intereses compite por la moneda más valiosa de todas: la atención en el tiempo libre de las personas. En la actualidad, un apasionado del fútbol puede no haber asistido nunca a un estadio, pero tiene la capacidad de ver partidos cuando y como desee. Expresa su fanatismo de forma digital; los contenidos periféricos ya no dependen exclusivamente de los medios tradicionales. Estamos en la era de los "highlights"; los tradicionales 90 minutos ya no acaparan el foco principal. Plataformas como YouTube, Twitch y TikTok se han convertido en verdaderos epicentros de distracción masiva. El deporte actual se consume en formato vertical.
Se pronostica que para el año 2049, el fútbol tal como lo conocemos desaparecerá, dejando su lugar a los robots y la inteligencia artificial, quienes se convertirán en los nuevos "ídolos" del campo de juego. Los distintos organismos de fútbol se ven en la urgencia de cambiar los reglamentos, formatos, duración de los eventos y realizar una reestructuración global de las competiciones. Mientras tanto, continuemos disfrutando del fútbol con el balón, recordemos que la pelota es orgullosa, y quizás, vanidosa: bien sabe ella que llena de alegría a muchas almas cuando se eleva con gracia, y que son muchas las almas que sufren cuando cae de mala manera.