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El Telégrafo
Xavier Zavala Egas

El Frente

24 de octubre de 2017

En un mar de dudas por su cometido, especulaciones sobre sus motivos y prejuicios por la mixtura y vínculo de sus miembros con los sectores público y privado, el Frente de Transparencia se constituyó en un colectivo. Conocer del presidente Moreno la finalidad prevista marcó el inicio de sus labores, diseñándose luego la estrategia y metodología propia de una comisión asesora.

Insertados en el gran diálogo nacional que se planteó como objetivo nacional, el Frente realiza diversas audiencias con aproximadamente 30 actores, entre institucionales y gremios civiles, de las cuales se concretan 80 propuestas de políticas públicas y reformas normativas. El paso siguiente era sistematizarlas, analizarlas y complementarlas a efecto de rescatar conclusiones, contando para ello y ya en la práctica, con un eficaz, inteligente y profesional grupo de apoyo.

Largos y arduos debates provocaron temas, como el diagnóstico sobre el control social constitucionalizado, el reconocimiento de sus debilidades y la necesidad de su permanencia como regulador de una participación ciudadana democrática. Así también, los procedimientos de designación de las autoridades de control del país y la ausencia de auditorías o control político sobre su gestión.

El análisis del proceso de contratación pública, su fragilidad y abuso, así como el rol de la Contraloría General. Las debilidades que por los temas de corrupción coyunturales se evidenciaron en la Fiscalía General del Estado y la imperiosa necesidad de su fortalecimiento. La carencia de ciertas facultades en las superintendencias frente a las sofisticadas formas de corruptelas. La desarticulación en una global tarea contra la corrupción de los entes competentes y la necesidad de crear espacios de coordinación entre estos.

La permanente exigencia de difundir valores y principios éticos en las diversas etapas formativas del ser humano. En fin, estos y otros temas fueron los que con fervor, respeto y lealtad de propósitos se fueron evacuando paulatinamente, a la par de provocar importantes reflexiones personales que ahora comparto.

La prevención, detección y juzgamiento de la corrupción finalmente es tarea humana, los sistemas diseñados con tal propósito sirven o no sirven en función de lo que hagan sus operadores. Ciertamente que no existe un sistema de gestión pública blindado o inmune a la contaminación, pero lo fundamental es auditarlo permanentemente y dotarlo de controles que disparen alertas y que estas sean enfrentadas con responsabilidad, oportunidad y civismo, de lo contrario se relaja la estructura provocando impunidad, el principal estímulo para la corrupción.

El Ecuador de hoy vive una coyuntura difícil, toda su estructura institucional se ha visto comprometida directa o indirectamente, es necesario enfrentar el momento con seriedad y fortalecer sus controles con visión a futuro. Finalmente, la voluntad política contra la corrupción es vital, sin esta no hay andamiaje que resista su embate, por ello es que en las sociedades y sus representantes esta debe ser una arenga y exigencia permanente. (O)

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