El folclórico y populista prof. Pedro Castillo ha sido destituido de la presidencia del Perú. En una resolución legislativa el Congreso peruano lo destituyó de sus funciones y lo separó del cargo.
Castillo intentó dar un golpe de estado disolviendo el congreso e intentado meter la mano en la justicia y para salir del paso de la crisis política que estaba viviendo llamó a la convocatoria de una asamblea constituyente. Emitió un malhadado discurso golpista y las fuerzas democráticas defendiendo la institucionalidad del estado peruano: lo echaron del cargo.
Castillo está acusado de corrupción, de negligencia en el manejo de sus funciones y de rodearse de un débil equipo de gobierno.
Pedro Castillo demostró ser un mal presidente. Sin preparación alguna para cumplir la voluntad de cambio del pueblo peruano. Su gobierno debilitó la democracia peruana. Su elección fue penosa y bulliciosa. Los electores peruanos se dejaron sorprender por éste improvisado individuo.
¿Qué quieren los electores peruanos cómo gobernante? Parece que la elección presidencial es tomada a juego sin que medie la sensatez y la cordura en el momento de elegir al primer mandatario.
Ahora Perú está hundido en una crisis política. La gente en las calles se encuentra exigiendo adelantar las elecciones generales y que se vayan todos.
La policía y las fuerzas armadas están apoyando la continuidad democrática. Bien por esa resolución. Castillo está preso y los gritos del pueblo peruano no piden que regresé al poder sino que se vayan todos. Duele Perú. Ni Castillo ni los mismos. Qué Perú sabe sus conflictos políticos en democracia.