Iniciamos el año y nos adentramos de lleno en una campaña electoral, esta vez de autoridades seccionales. Sabemos que para que se viva la democracia, los procesos electorales son fundamentales, porque permiten que el pueblo se exprese en las urnas para elegir a sus mandatarios, también para pronunciarse con relación a temas de importancia en las consultas populares.
Una de las preocupaciones que siempre están presentes, y no solo en nuestro país, es la que tiene que ver con el financiamiento de las campañas electorales, por saber de dónde proviene el dinero que se usa para promover las candidaturas, así como también el grado de compromiso que adquieren los candidatos, futuras autoridades, con quienes financian estos dineros.
Y si bien esta preocupación se vuelve cada vez más compleja por los enormes montos que están en juego y que crecen de manera exponencial; también, en los tiempos actuales, se habla mucho respecto de la posibilidad de que dinero proveniente de negocios ilícitos permee las campañas electorales y que ciertos candidatos puedan aparecer como representantes de sectores relacionados con el narcotráfico, lo que configuraría la existencia de lo que se ha dado en llamar un narco estado.
Que duro es pensar que estas situaciones se hagan presentes en el territorio nacional, y que haya autoridades que respondan a sus financiadores, estableciendo complicidades que ponen en juego la seguridad del país, la vida de sus habitantes, la tranquilidad de las familias.
Frente a estos avisos y advertencias que los diferentes sectores hacen, es necesario extremar los cuidados por parte de las autoridades electorales para detectar dineros sucios del narcotráfico o de cualquier actividad ilícita en la política nacional. Y no quedarse solo en el conocimiento sino ir más allá, a la sanción, a la eliminación de candidaturas que tengan vínculos con estos sectores y que tanto daño le pueden hacer al país.
También existe otra responsabilidad, esta vez de los electores, para escoger bien a quien se va a elegir, ciertamente dejando de lado a los candidatos sospechosos, a quienes ya han tenido problemas con la corrupción y que no pueden exhibir una hoja limpia de vida.