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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y el ajedrez

El fantasma que no descansa

Historias de la vida y el ajedrez
28 de agosto de 2014

En el cementerio Calvary, de Missouri, hay una tumba en la que la gente pone monedas para la buena suerte. Aunque en las tardes hay algunas, al día siguiente ya no queda un centavo y dicen que cuando las sombras caen, el fantasma que sale de esa tumba toma el dinero y viaja al pasado para comprar algo importante: la libertad de sus hermanos encadenados. Es la tumba de Dred Scott.

Scott es un esclavo del siglo XIX y, en compañía de su amo, en dos ocasiones había vivido en estados libres de esclavitud. Al volver a Missouri, Scott se enteró de que había pisado territorio libre y pidió legalmente su libertad. La respuesta de la Corte Suprema de Justicia fue clara: “Los africanos así hayan nacido en suelo norteamericano no son y nunca serán ciudadanos, y no pueden reclamar ningún derecho. Además, un propietario puede viajar con lo que sea y no puede ser despojado de su propiedad privada”.

Al fin, tras juicios y amenazas contra su vida, Scott alcanzó la libertad para él y su familia. Se hizo obrero cargador de bultos y murió pocos meses después. Su tumba está en el cementerio Calvary, cerca de donde hace pocos días la Policía asesinó a tiros a Michael Brown, un adolescente afronorteamericano que en menos de 72 horas debía iniciar la universidad. El delito fue no pagar un paquete de cigarrillos. Interceptado por un policía, en plena calle, delante de decenas de testigos, a las once de la mañana, el joven levantó los brazos en gesto de rendición. El policía decidió hacer respetar la propiedad privada de aquel paquete de cigarrillos, apuntó y disparó seis veces. Brown estuvo tirado en mitad de la calle, en medio de un charco de sangre, durante cuatro horas, para horror de los transeúntes.   

Hace tres semanas, Eric Garner, un afroamericano, con la idea de conseguir unas monedas, vendía cigarrillos sueltos en la calle, para los fumadores sin mucho dinero. Este delito fue reprimido por un comando de varios policías que se le arrojaron encima, y durante varios minutos lo tuvieron inmovilizado, con pistolas apuntándole en la cabeza. Las últimas palabras de Garner, repetidas varias veces y cada vez más débiles, fueron “no puedo respirar”.

Garner no está entre las estadísticas que señalan que cada año mueren cerca de 100 afroamericanos desarmados abatidos por un policía blanco. Uno cada tres días. Tampoco está entre las que cuentan que la primera causa de muerte en afronorteamericanos, entre 14 y 35 años, es un balazo o a veces seis. No está en esa estadística, porque la autopsia señala que murió por estrangulamiento. Una lección para los vendedores de cigarrillos sueltos. Por eso parece que el fantasma de Calvary Cemetery no tiene descanso, por más monedas de centavo que pueda conseguir. Acá el negro también está perdido:

1. AXP+, RIT
2. C6C+, PXC
3. D6T mate

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