La revelación reciente del Presidente de la Asociación Interamericana de Prensa -SIP-, de que esa institución representa a los dueños de los periódicos, no es noticia, pero, aporta para desenmascarar su intromisión en el debate de la Ley de Comunicación, retomada por la Asamblea Nacional tras la victoria del Sí en la consulta y referendo del 7 de mayo.
El titular de la institución reconoce la elección democrática de Rafael Correa, pero lo acusa de atentar contra la libertad de expresión y que para ello manipula la legislación. Exprofesamente invitado por la Cámara de Comercio local en su nuevo aniversario de fundación, el guatemalteco con tribuna libre fustigó al régimen, cuestionó el proceso de la consulta, el triunfo del Sí e invitó en emotiva arenga a luchar por sus principios, es decir, defender el negocio de los medios. No se trata de un acontecimiento aislado, sino de una cita política con la participación de los dueños de la prensa “independiente” y los periodistas “estrellas”. Se entregó a la SIP la tribuna de la Cámara de Comercio como estrategia para sabotear la aprobación de la Ley de Medios.
El mensajero de la SIP, sin conocer pormenores del proyecto, cínicamente se anticipa a calificar de nefasta la Ley de Comunicación. Aduce que funcionará un Consejo de Regulación del contenido de los medios y se atreve a vaticinar que habrá una prensa dirigida por el gobierno. La confabulación contra la Ley de Comunicación es evidente, en este caso, un acto de empresarios convertido en palestra para que un agente de la SIP arremeta contra la majestad de las instituciones del Estado.
El Gobierno de la Revolución Ciudadana está decidido a instaurar el orden en el país, incluidos los medios de comunicación. Simplemente, por mandato de la mayoría de los ecuatorianos se aprobará la Ley de Medios, que fundamentalmente, sustenta el derecho a recibir información veraz, verificada y contextualizada; sin censura previa, pero con responsabilidad ulterior, para terminar con la mentira y ofensa que se practica impunemente a nombre de la libertad de expresión.
Los miembros de la SIP deben comprender que el periodismo “independiente” con sentido crítico ayuda al progreso y fortalece la democracia, pero si solo obra en función de sus intereses, puede desencadenar una catástrofe social.