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El Telégrafo

El falso rol de la SIP

18 de junio de 2011

La revelación reciente del Presidente  de la Asociación Interamericana de Prensa -SIP-, de que esa institución representa a los dueños de los periódicos, no es noticia, pero, aporta para desenmascarar su intromisión en el debate de la Ley de Comunicación, retomada por la Asamblea Nacional tras la victoria del Sí en la consulta y referendo del 7 de mayo.

El titular de la institución reconoce la elección democrática  de Rafael Correa, pero lo acusa de atentar  contra  la libertad de expresión y que para ello manipula la legislación. Exprofesamente invitado por la Cámara de Comercio local en su nuevo aniversario  de fundación,  el guatemalteco con tribuna libre fustigó  al régimen, cuestionó el proceso de la consulta, el triunfo del Sí e invitó en emotiva arenga a luchar por sus  principios, es decir, defender el negocio de los medios. No  se trata de un acontecimiento aislado, sino de una  cita política con la participación de los dueños de  la prensa “independiente” y los periodistas “estrellas”. Se entregó a la SIP la tribuna de la Cámara de  Comercio como estrategia para sabotear la aprobación  de la Ley de Medios.

El mensajero de la SIP, sin conocer pormenores  del proyecto, cínicamente se anticipa a calificar  de nefasta la Ley de Comunicación. Aduce  que funcionará un Consejo de Regulación del contenido   de los medios y se atreve a vaticinar que habrá  una prensa dirigida por el gobierno. La  confabulación contra la Ley de Comunicación es evidente, en este caso, un acto de empresarios convertido en palestra para que un agente de la SIP  arremeta contra la majestad de las instituciones  del Estado.

El Gobierno de la Revolución Ciudadana está decidido a  instaurar el orden en el país, incluidos los medios de comunicación. Simplemente, por mandato de la mayoría de los ecuatorianos se aprobará la Ley de Medios, que  fundamentalmente, sustenta el derecho a recibir  información veraz, verificada y contextualizada; sin  censura previa, pero con responsabilidad ulterior,  para terminar con la mentira y ofensa que se practica impunemente a nombre  de la libertad de expresión.

Los miembros de la SIP deben comprender que el  periodismo “independiente” con sentido crítico ayuda al progreso y fortalece la democracia, pero si solo obra en función de sus intereses, puede desencadenar una catástrofe social.

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