Los ojos de la sociedad están apuntando a la Policía Nacional del Ecuador por lo acontecido dentro de sus recintos, hechos que son repudiables bajo todo punto de vista, como es el acto de femicidio tan lamentable que nos ha impresionado de forma notable a todos.
La Policía Nacional del Ecuador desde su primordio ha sido una institución clave en la historia del Estado nacional con quien prácticamente nacieron juntos a solo trece años de diferencia. Fue por la Asamblea Constituyente de 1843 que dio da el primer paso para la creación de la policía actual.
Desde siempre se habla de su reestructura, reforma, modernización institucional y es que es connatural con este tipo de instituciones que deben estar un paso adelante del caminar de la sociedad. Situación compleja que este gobierno colocó en el debate; sabemos, claro está, que lo simbólico de dejar en escombros el predio donde se supone hubo el crimen reciente no es ningún cambio institucional. Lo que se requiere para cualquier tipo de reforma institucional pasa por un compromiso de los principales actores que hacen la policía en su conjunto.
El gobierno debe disponer de una legitimidad y apoyo político que le sustente el discurso de la transformación y los cambios institucionales que se planteen como estratégicos. La policía es un aliado para mantener el poder del gobierno y de las elites y eso lo hemos visto en los últimos paros de las agrupaciones indígenas. La policía tiene una capacidad de despliegue territorial único y de reacción instantánea que no tiene el ejército, la policía sostiene al poder, aunque no necesariamente puede decidir sobre este.
El gobierno debe convocar a la sociedad civil para decidir el rol moderno que deberá tener la policía y que no solamente es cambiar el modelo de gestión o actualizar los currículos para formación de los policías. Es adecuado pensar en el verdadero espíritu de la policía que debe conectarse con ese nuevo Estado y sociedad que queremos los ecuatorianos. Hay que preguntarles a los policías si quieren cambiar de forma real o solamente por la coyuntura compleja que hoy tienen. Se requiere un espíritu de verdadera transformación institucional, así como varias instituciones nacionales ya lo demandan, que están caducas y sobreviven como zombis en el aparato publico nacional.
El gobierno debe escuchar a los especialistas que están en la academia y en la sociedad civil para que les manifiesten que hay que modificar temas como: la selección, la capacitación, el de formación, el disciplinario, el de ascenso, el compromiso, la ética, la tecnología, la ciencia, lo jurídica, el de género y otros como apunta el especialista en estos temas de seguridad, el profesor Daniel Pontón.
Todo esto se complejiza aún más con la inseguridad histórica que atravesamos y que vemos ahondado con la violencia de las cárceles. Seguro que no se puede postergar esta situación, sino se lo aborda ahora de forma seria, política y responsable seguramente en el mediano plazo tendremos una institución más debilitada y será más costosa la reforma institucional que requiere esta policía centenaria de nuestro país.