La alternancia como escenario político deseable para el 2021 se ha producido ya con el gobierno de Moreno en 2017. Claro, si la entendemos más allá de la rotación legitimada de las élites en el poder y nos preguntamos por la estructura social de ese poder. Desde esta perspectiva, el gobierno de Moreno expresaría la sustitución del nuevo proyecto orgánico con mediación popular que representó la RC (2007-2017), por el viejo proyecto de las oligarquías que dominó el Estado durante 94 años (1912-2006), tornándose inorgánico hacia fines de ese período, y que hoy aparecería remozado con el cascarón de la RC.
Pero, Moreno no expresó en campaña el expediente de la alternancia, sino el de la continuidad de la RC, triunfando por ello en las elecciones del 2017. De ahí que la consulta por él propuesta, tenga el objetivo de legitimar la falacia política de haber ofertado un programa e implementado el de la oposición en su corto ejercicio gubernamental.
El que la consulta exprese la sustitución del proyecto orgánico de la RC se manifiesta en el hecho de que toda la derecha está apoyándola e incluso apropiándose de ella. “La consulta es nuestra y la vamos a defender”, ha dicho el banquero Lasso. Pero, si la apoyan es porque se identifican con las preguntas. Las medulares virtualmente han sido propuestas por ellos.
En efecto, la iniciativa tiene el objetivo de empezar a desmontar los principios y la estructura institucional forjada en 10 años de Revolución. El principio fundamental de la primacía del ser humano sobre el capital es reemplazado por el del capital sobre el ser humano con la pregunta 1 en torno a la derogatoria de la llamada “ley de plusvalía”, orientada a evitar la especulación de la tierra en beneficio de unos pocos empresarios codiciosos y en perjuicio del acceso a vivienda de la ciudadanía más pobre.
El sistema institucional hegemónico que construyó la RC basado en la legitimidad de los triunfos electorales, la igualdad de oportunidades, la acción afirmativa y la meritocracia, es reemplazado -con la pregunta 3 sobre la reestructuración del CPCCS-, por la vieja comisión de “notables” nombrada a dedo y el sistema oligárquico de pactos tras bastidores, encaminado a la toma ilegítima de las instituciones del Estado.
Todo ello sobre la base de la instrumentalización de la democracia directa y la soberanía popular, y hasta de su negación. Porque “todo el poder para el pueblo” es negado con la pregunta 2, que le convoca a ese pueblo para que apruebe la restricción de sus derechos como soberano a postular las veces que crea necesario a sus candidatos y a que le impongan el menú consabido de opciones de la partidocracia.
De ahí que, el retorno al “espíritu de Montecristi” sea otra falacia de Moreno. Por el contrario, su alianza con la derecha liquida por completo ese espíritu que históricamente encarnó la fase radical de la RC, en frontal lucha con las oligarquías, totalmente contraria al entreguismo a ellas que hoy encarna la consulta propuesta por su Gobierno. (O)