En estos tiempos de turbulencia económica mundial, recordaba con preocupación los comentarios realizados por el economista de origen canadiense y estadounidense John Kenneth Galbraith, en su obra “El dinero”, quien se refería a la gran depresión del siglo pasado, en estos términos: “…En 1929 quebraron 659 bancos, un buen número después del crac. En 1930 se hundieron 1.352 y en 1931 se fueron 2.294 entidades financieras. Cuando cundían los rumores y se formaban las colas, ningún banco estaba seguro. Los miembros de la Reserva Federal acabaron hundiéndose como los demás. En 1931, el gobernador Harrison, del Banco de Reserva Federal de Nueva York, tuvo que revisar su cruel creencia de que ‘la quiebra de los pequeños bancos…podía ser aislada’. Sus ideas en este sentido habían sido estimuladas en diciembre de 1930 por la quiebra del Banco de los Estados Unidos. Con sus depósitos de 2.000 millones de dólares era el mayor banco que quebraba en toda la historia americana. Cuando quebraba un banco, los depositantes se quedaban sin dinero para gastar. Ya no se creaban créditos y depósitos a favor de prestatarios. En consecuencia, menguaban sus inversiones y ulteriores gastos. Y los saldos del banco quebrado en otros bancos eran reclamados al practicarse la liquidación. Con lo cual se reducían los préstamos de estos bancos, se reclamaban y menguaban también la inversión y el gasto. La quiebra de los bancos y el miedo producían el mismo efecto. Ambos eran motores que conducían a la deflación, la contracción de los gastos de consumo y de las inversiones y, por ende, de las ventas, la producción, el empleo y los precios…”. Por cierto, cabe destacar que esta vez no estamos hablando de una crisis económica de un solo país, sino de una probable recesión económica mundial. Conocemos algunas cifras de desempleo alarmantes, por ejemplo en España, donde viven muchos compatriotas, el porcentaje de parados llegó al 20%. Cosa parecida ocurre en Italia, a tal punto que el Banco Central Europeo ya anunció la compra de bonos de deuda pública de ambos países. Mientras que en Grecia la situación se escapó del control de la Unión Europea y se habla de un nuevo rescate para evitar el contagio a otros países de la comunidad. También Portugal e Irlanda están en serios aprietos. Similar es el caso de los Estados Unidos de América, con más de 14 millones de desempleados, con una deuda pública que bordea los 50 billones de dólares -que estuvo cerca de caer en una moratoria- y con una rebaja en la calificación crediticia.
Así las cosas, el horizonte de una pronta reactivación se ve muy lejos. Ante esta preocupante situación, urge la toma de medidas económicas por parte del Gobierno Nacional, para apuntalar nuestras finanzas y prepararnos a soportar los embates de una eventual recesión.