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El Telégrafo
Sebastián Endara

El diálogo y la democracia

Sebastián Endara
07 de enero de 2018

El diálogo es una de las vías para la transformación social. La palabra proviene del griego dia (a través de) y logos (razón, palabra, verdad). Con cualquiera de estas podemos acercarnos a aquello que determina la condición humana, la capacidad de reflexión colectiva.

En el diálogo nos pensamos como individuos y como sociedad, mientras nos definimos y nos transformamos. El diálogo no es un mero intercambio de palabras, eso es quedarse en la superficie, es una construcción de sentidos. La expresión del sentido es evidentemente la expresión de un interés, pero al confrontar esos intereses y esas perspectivas con otras de igual valor pero diferentes, surge el reto de la democracia.

El diálogo solo puede darse entre equivalentes, y sus resultados depende de la necesaria modificación de las posiciones en función de un bien mayor. Esta construcción de sentido es en sí mismo un bien, pero el bien mayor es la conjunción de los intereses compartidos. De tal manera que el diálogo es la condición previa para la construcción de cualquier proyecto integral e incluyente.

Y que un gobierno impulse el diálogo es una excelente señal para el fortalecimiento de la democracia en cuanto permite la propia reflexión del Estado, acostumbrado a imponer una sola visión de las cosas para ganar efectividad pero a costa de la legitimidad. Un Estado en diálogo es un Estado que tiene que asumir los riesgos de su transformación y eso muestra los horizontes de un proyecto político preocupado más que de su sostenimiento en la estructura institucional tradicional, en la construcción de horizontes alternativos.

Pero al mismo tiempo, una sociedad en diálogo tiene la oportunidad de plantear ese proyecto de sociedad mejor, de vida plena para todos, más allá de las condiciones ideológicas que organizan la lectura de la historia. Es la oportunidad para refundar las condiciones de funcionamiento de un proyecto de sociedad en el que no ha habido diálogo sino la imposición de una sola visión de la realidad. El diálogo es por ello una herramienta para la libertad. (O) 

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