La actual crisis capitalista mundial afecta a millones de seres humanos y se ensaña con algunos países de Europa, a los que se ha convertido en colonias financieras de sus socios más ricos. Golpea a pueblos como el español y el griego, a los que se ha impuesto una reducción de hasta el 25 por ciento de sus salarios y se busca exprimirles todavía más.
Empero, los neoliberales continúan repitiendo cansinamente su letanía, lo que prueba que sus ideas no constituyen parte de una doctrina económica, sino de una verdadera fe capitalista.
En ese marco internacional, los neoliberales criollos no se cansan de atacar al proceso de desarrollo nacional autónomo empujado por la Revolución Ciudadana. Un proceso que hunde sus raíces en el ejemplo del gobierno alfarista, que impulsó el crecimiento de la industria nacional y creó los primeros mecanismos de protección social del país. Y que, más cercanamente, sigue los buenos pasos de la Revolución Nacionalista de las Fuerzas Armadas, que lideró el general Guillermo Rodríguez Lara, cuyas obras públicas y sistemas de redistribución de la riqueza son todavía recordados por los ecuatorianos.
No se trata, pues, de un invento exótico ni de una copia de experiencias extranjeras. Por el contrario, este ensayo de desarrollo nacional es un producto autóctono, que puede y debe enriquecerse con experiencias de otros países, pero cuyas raíces se hunden en el barro ecuatorial.
El camino que transita el Ecuador de hoy es el mismo que transitaron otros países que hoy reconocemos por sus logros. Nuestro plan de desarrollo energético se parece a la experiencia brasileña de Volta Redonda, de la época de Getulio Vargas, o la de EE.UU. en tiempos de Franklin D. Roosevelt. Nuestro manejo petrolero es similar al del México de Lázaro Cárdenas. Nuestro proyecto industrialista recuerda a las experiencias argentinas de Perón y Kirchner. Nuestro sistema de subsidios de vivienda y pobreza se parece a los de EE.UU., Cuba, Puerto Rico y Venezuela. Nuestras misiones de protección social recuerdan a las exitosas experiencias de la Cuba de Fidel y la Venezuela de Chávez. Y nuestro actual Seguro Social se parece al de Inglaterra y Canadá, aunque todavía no llega a la total cobertura de aquellos.
Pero tenemos logros propios y exclusivos. Entre ellos están la Misión Manuela Espejo y el Bono Joaquín Gallegos Lara, para protección de discapacitados, que hoy se replican en Bolivia, Haití, Nicaragua y otros países de la ALBA.