Son 189 años de vida de la República del Ecuador y seguimos siendo nación subdesarrollada. Los eufemismos: “nación en vías de desarrollo”, no pueden ocultar la verdad. Corea del Sur ha mostrado al mundo cómo en 60 años, tras la devastación de la guerra, se convirtió en la decimosegunda potencia económica mundial, habiendo multiplicado casi por 20 su ingreso per cápita. Los elementos esenciales de su progreso han sido una economía liberal, un esfuerzo obsesivo por la educación y una apuesta por la tecnología e investigación.
En Ecuador tenemos problemas acuciantes que aún no hemos atendido con capacidad. Cerca del 15% de la población no tiene acceso a agua potable y el 55% carece de alcantarillado. La desnutrición infantil afecta al 20% de los niños menores de 5 años. La población indígena sigue siendo marginada, desatendida sin que se haya articulado políticas de integración para este importantísimo sector de la sociedad ecuatoriana. Mientras estos problemas no se solucionen de modo definitivo y categórico, jamás saldremos del subdesarrollo.
Obviamente, en forma paralela, hay que atender a la educación primaria, asegurando que los programas sean inteligentemente creados, asegurando el acceso en las comunidades para que, efectivamente, los alumnos asistan y no haya el gravísimo ausentismo promovido por la novelería de las “escuelas del milenio”, cuyos resultados han sido funestos.
Hay que atender a la educación secundaria, con programas exigentes, que realmente demanden un esfuerzo en los estudiantes. Una primaria y secundaria en donde la Historia se enseñe con honestidad y no sean espacios de adoctrinamiento político de determinados sectores.
Se necesita una educación superior de calidad en la que los modelos de acreditación sean por resultados, por rendimiento y no por recolección de actas, oficios y reglamentos.
Una formación en la que la investigación sea promovida por el Estado, para universidades públicas y privadas, con fondos concursables, sin exclusiones. Se necesita una economía liberal, con promoción de inversión extranjera y flexibilización laboral para poder ser competitivos a nivel internacional. Cincuenta años de estas acciones y alcanzaremos el desarrollo. Los de mi generación no lo veremos. (O)