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El Telégrafo
Valeria Arcos Hervas

El desafío de la gobernabilidad en el nuevo régimen

22 de abril de 2021

Al 81% de los ecuatorianos les preocupa el desempleo, y no podría ser de otra manera, si tomamos en consideración que alrededor de medio millón de compatriotas, están en la desocupación (Fuente IPSOS).

A ello se suma la grave crisis de corrupción que azota al país, y que es percibida como uno de los nudos críticos a abordar por el nuevo gobierno, que además deberá hacer frente a una crisis sanitaria sin precedentes, y cuya esperanza se ha depositado en la vacunación masiva, que hasta el momento presenta una baja capacidad de respuesta.

En este punto, lo que cobra relevancia, es entender los desafíos que afrontará el Presidente electo, en un país que ha demostrado ser bastante reactivo ante aquellos escenarios que no satisfacen las demandas sociales. Haber ganado con apenas un poco más de la mitad, indudablemente no asegura la gobernabilidad, de hecho, como lo dijo J. F. Kennedy “Se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra”. Y en Ecuador, el capital social debe ser consolidado en los territorios, que es donde se generará la verdadera disputa por el poder.

Esa disputa no debe ser en términos únicamente de medición de fuerzas, sino desde una óptica aglutinadora que responda a las causas sociales que inquietan al “ciudadano de a pie”. Una debilidad territorial, centralista y un enfoque sin participación e inclusión de los sectores sociales, que accedan a espacios de incidencia en la toma de decisiones en la política pública; podría suponer que se disminuya la capacidad de gestión del ejecutivo, de cara a hacer efectivo el plan de gobierno. A ello, se debe añadir la necesidad de contar con una sólida estrategia que facilite el abordaje de las divergencias históricas existentes en la población, y en ciertos sectores políticos, que constantemente justifican su actuar, mediante ataques y posiciones antagónicas.

No lograr consensos, tanto dentro de la institucionalidad, -especialmente en la Asamblea-, como fuera de ella, es decir, en los propios territorios; implicará que se ponga en riesgo la paz del país y que la frágil democracia de la que hemos sido testigos, se debilite aún más, generando un consecuente estallido social, o mejor dicho; un “desencuentro” en el Ecuador.

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