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El Telégrafo

El derecho a la crítica y la ofensa

23 de abril de 2011

Como expresión de pesar, el periodismo de opinión se “viste de blanco” por el supuesto sepelio de la libertad de expresión. La prensa privada confunde el derecho a la crítica con la calumnia y ofensa. El irrespetuoso agrede sin importarle la dignidad de otros. El articulista altivo sobrevive en la historia por sus lecciones ejemplares. El malévolo  enceguecido por el odio intenta causar daño al prójimo y pronto cae en el desprecio y el olvido.

 

El deterioro de la moral se observa en el ámbito de las actividades cotidianas. Escándalos callejeros de jóvenes descarriados; dirigentes de la partidocracia en el uso de vocabulario inapropiado para impugnar tesis de sus adversarios; articulistas en el fragor de la campaña por el Sí y el No en su acostumbrada escalada de ofensas contra el Presidente de la República y sus colaboradores.

 

Como la oposición carece de líderes, “la prensa independiente” pretende desempeñar ese papel y como baluarte exhibe la defensa de “su libertad de expresión”, pero como no se vislumbran favorables resultados, se declara perseguida por el fantasma de la dictadura.

 

Las demandas planteadas contra los falsarios de la opinión pública son un severo llamado de atención para que se entienda que en el Ecuador ha comenzado a regir la ley en toda su dimensión, sin distinción alguna. Nadie niega el derecho de la prensa “independiente” y sus colaboradores  a tomar ubicación y partido en la encrucijada de la historia.

 

La crítica es saludable, ayuda a juzgar los hechos para su esclarecimiento en caso de duda o confusión, pero cuando se incursiona sin fundamento  en este campo, se  incurre en la calumnia, delito penado por la ley. Considero insensatez la declaratoria de “luto blanco” de articulistas  “independientes”, en lugar de reconocer sus desacatos y promover enmiendas para al unísono difundir con transparencia la misión del periodismo: informar con veracidad y opinar sin ofender.

 

En lo que falta de la campaña por el Sí y el No, hay tiempo para la reflexión y los medios de comunicación, por su influencia, son los llamados a ubicarse en primera línea para invocar la reconciliación por el bien del país. El periodismo “independiente” con sentido crítico guía al descubrimiento de errores y desatinos, ayuda a fortalecer la democracia, pero cuando gira en complicidad con intereses políticos, puede convertirse en responsable de un caos social de penosas consecuencias.

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