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El Telégrafo

El deber de decir la verdad

09 de abril de 2012

La valentía con la que el escritor alemán Günter Grass, autor de “El tambor de hojalata” y premio Nobel de Literatura, denunció al mundo el peligro que conlleva una guerra preventiva de Israel contra Irán, ha desatado una campaña de mentiras en su contra, camuflada de valores morales, que bien vale la pena desenmascarar. Como siempre, e igual que en todas las intervenciones militares, el único que ganaría algo con esta demencial aventura, que se planifica descaradamente, es el complejo militar económico, dominado por Israel, solo que esta vez el resultado podría ser quizás el holocausto de la humanidad entera.   

A su opinión de que el potencial nuclear de Israel, que se pretende emplear para el exterminio del pueblo persa, debe ser sometido al mismo control que se hace con el de Irán, se debería añadir la gran culpabilidad de Israel en la crisis del Medio Oriente, pues el Gobierno de ese país no ha acatado una sola resolución de la ONU para el logro de la paz en esta conflictiva región y, muy por el contrario, trata al pueblo palestino igual o peor de lo que el pueblo judío fue tratado por los nazis. 

En su poema, Grass advierte que “Israel pone en peligro una paz mundial, ya de por sí quebradiza” por su “supuesto derecho a un ataque preventivo” e intenta evitar que los alemanes sean “cómplices de un crimen que es previsible” y que “no podría extinguirse con ninguna de las excusas habituales”. Luego de la furibunda campaña desatada en su contra, el escritor denuncia “el recurso de antiguos clichés.

Esto también me hiere”, y añade, “enseguida se recurre, de manera previsible, a la etiqueta del antisemitismo”, adjetivo con el que, según mi opinión, se intenta ocultar de que es Israel, y no Irán, el que amenaza la paz del mundo, el que comete actos terroristas por doquier, el que agrede a sus vecinos, el que bombardea civiles con armas prohibidas, el que ocupa territorios ajenos, el que oprime y persigue a sus ciudadanos no judíos, el que hundió el USS Liberty de la armada de los EE.UU. matando a treinta y cuatro marineros.

Posiblemente por todo esto Grass se sorprenda de que “el tenor incesante es de no centrarse en el contenido del mensaje, sino en llevar a cabo una campaña en contra de mí para decir que mi legado está dañado para siempre” y que “en un país democrático, donde hay libertad de prensa, haya tal alineación de pensamiento”. Lastimosamente no  se trata solo de su caso sino que así se intenta dirigir la opinión pública mundial.

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