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El Telégrafo
Vladimir Adrianza Salas

El coletazo de Obama

25 de diciembre de 2016

Llega a su fin el período presidencial de Barack Hussein Obama, con más penas que gloria según puede apreciarse. Pero, no quiere irse sin derribar al gobierno del presidente Nicolás Maduro Moros, tal como contribuyó a hacerlo con el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff en Brasil. El apoyo dado al Gobierno fascista de Mauricio Macri es otra evidencia de la política exterior de Obama; un gobierno —el de Macri— que además de echar atrás varias de las conquistas sociales del pueblo argentino en los últimos tiempos, que se da a la tarea de meter en la cárcel a una activista social como Milagro Sala y de atropellar los más elementales principios de la diplomacia internacional, lanzando un piquete policial contra la Canciller venezolana Delcy Rodríguez, evidencia cuál ha sido el signo del Gobierno de la primera potencia del planeta y su farsa, en cuanto a su compromiso con los derechos humanos en el mundo.

Y todo esto solo por citar un sucinto número de casos circunscritos al ámbito Latinoamericano. Tomando como referencia la definición publicada en el libro La agresión permanente, de los autores Eva Golinger y Jean Guy Allard (2009), la guerra irregular o smart power tiene como objetivo el control sobre la población civil y la neutralización del Estado, y su táctica principal es la contrainsurgencia, que es el uso de técnicas indirectas y asimétricas, como la subversión, la infiltración, las operaciones psicológicas, la penetración cultural y la decepción militar. Basta con leer la definición y analizar brevemente su contenido, para entender por qué sobre Venezuela, durante 17 años y más, se han aplicado todas las recetas esgrimidas en el manual de Gene Sharp para derrocar gobiernos.

Sin embargo, Obama se niega a aceptar su derrota en Venezuela, y tampoco es capaz de reconocer que buena parte de su accionar político, sus ambigüedades y su incoherencia han constituido la médula de los factores que han influido sobre la derrota de Hillary Clinton en las recientes elecciones presidenciales estadounidenses.

El saboteo económico y el ataque mediático han sido las tácticas principales de la “Guerra no Convencional” que vive la nación venezolana en estos momentos.

El saboteo en todas las formas posibles; desde dentro de las instituciones del Estado, saboteo de la economía venezolana por parte de algunos entes privados, desinformación (saboteo a la verdad) sobre lo que sucede realmente en Venezuela, uso de las “bacrin” o bandas criminales, compuestas por paramilitares “desmovilizados” colombianos, entre otros delitos, para asesinar a líderes como Robert Serra y Eliécer Otaiza, hace no mucho tiempo.

Obama pronto finalizará su mandato —el 20 de enero de 2017— transferirá el mando a Donald Trump, el rival político de Hillary Clinton, su abanderada, en las pasadas elecciones presidenciales de EE.UU. Su legado político positivo ante la historia de la humanidad es escaso y ambiguo. Y de cara a su país, solo con tomar en cuenta la cantidad de afrodescendientes estadounidenses muertos en su mandato, podemos justificar el calificativo anterior; por cierto, todo “un récord” en materia de violación a los derechos humanos y no solo es un récord, sino, en términos beisbolísticos, un imbatible “average”.

Parte de su desdicha la drena atacando a Rusia. Siente envidia del liderazgo de Vladimir Putin a escala global, reconocimiento que él no ha podido conseguir pese a su “Premio Nobel de la Paz”. Debe molestarle mucho a Obama, el reconocimiento que la revista Forbes ha hecho al presidente Putin, nombrándolo: “El hombre más influyente del planeta” en el presente año, sin contar otros reconocimientos de diferentes medios en años anteriores.

Obama no ha entendido y por lo que se ve no entenderá, el abismo en que ha caído. La paz es ansiada por el mundo entero y su política exterior, especialmente, su acoso a la Federación Rusa, ha puesto en peligro la tan anhelada y siempre deseada, paz mundial.  

El presidente de Estados Unidos se siente acorralado ante el discurso de Trump; Bashar al Ásad continúa en el poder pese a la destrucción y la mortandad ocasionada por el Daesh (EI) en Siria, milicia que a todas luces, es una creación de la política exterior del país del norte.

La falta de cooperación de su administración para liberar Alepo en los últimos días, evidencia cuales han sido sus verdaderas intensiones: tumbar a un presidente a costa de la desgracia de un pueblo.

Siria, su pueblo, su ejército y su Presidente, con la ayuda de Rusia están derrotando al Daesh y para ello, NO han contado con la ayuda decidida y sin ambigüedades de Estados Unidos, país que ha armado a los radicales para que continúen esa monstruosa guerra.

Por otra parte, su política petrolera, supuestamente exitosa en tiempos recientes, puede desembocar en fracaso. Dicha política ha causado grandes pérdidas a tirios y troyanos en el mundo petrolero internacional, y sobre todo, ha llenado de basura y contaminación.

Este fallido Premio Nobel de la Paz no ha contribuido en absoluto con la paz en el mundo. Muchas personas del pueblo llano, a quienes hemos escuchado, opinan que debería devolverlo, pues no ha hecho nada por merecerlo. (O)

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