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El Telégrafo

El cine nacional, ¿mucho boom y pocas nueces?

27 de marzo de 2015

El III Encuentro Nacional de Cinematografía que se realizó en Guayaquil marca un camino en la reflexión y la discusión de la cultura en el país. El cine, sin duda, es el sector más organizado (¿el único?) de la cultura nacional. Y por eso, por organizado, es el más activo y más adelantado. A pesar de contar con la ley más reciente, 2006, el sector audiovisual busca ya una reforma que le permita ponerse a tono con el presente y la nueva realidad.

El cine es el único sector que cuenta con un Consejo Nacional, mandato de la ley de 2006, lo que le ha permitido no solo acceder a importantes recursos económicos a través de sus fondos concursables (casi un millón de dólares anuales, aproximadamente) sino planificar de modo autónomo la cadena de valor de la incipiente industria de cine nacional.  De ahí que no es gratuito ni producto del azar que, de una producción de dos películas al año, antes de 2007, se ha pasado a 16 estrenos en 2014.

Sin embargo, al mirar los primeros estrenos cinematográficos de este año, no tuve más remedio que preguntarme: “El cine nacional, ¿mucho boom y pocas nueces?”. Aunque en verdad de eso se trata. Fernando Trueba, director de cine español, decía hace poco en Casa de América: “Hay que producir muchas películas, para que aparezca una muy buena”.  

Y las reflexiones planteadas en este III Encuentro revela precisamente el interés por discutir sus problemas y sus obstáculos; por generar propuestas para armonizar la nueva Ley de Cine con las otras leyes, de Comunicación y de Telecomunicaciones; por resolver cuellos de botella, como la distribución y exhibición; por avanzar en formación de nuevos públicos y por conseguir consensos para la reforma a la Ley del Cine. Pero además, articular las propuestas del sector audiovisual a la tantas veces postergada Ley de Cultura, deuda pendiente de la Asamblea Nacional desde hace ya largos 6 años.

La pregunta que cabe es, ¿por qué razón el resto de sectores no ha podido organizarse y sentarse a reflexionar y discutir? Apenas hay incipientes intentos desde las artes escénicas, y pare de contar.

El caso del sector editorial es patético; la Ley de Fomento al Libro data de 1987. Tanto ha cambiado el sector y la realidad del mundo editorial, que la ley vigente es completamente obsoleta. Y no hay iniciativas, ni desde los propios autores ni desde las Cámaras del Libro, que permitan proponer una reforma y el sector pueda contar con un cuerpo legal que realmente fomente el libro y la lectura.

El Ministerio de Cultura y Patrimonio ha sido incapaz de generar espacios de encuentro para estimular la reflexión y la discusión. Por el contrario, la ha desestimulado. Es así que, para elaborar el texto de la nueva Ley de Cultura, no se ha contado con los actores culturales sino que se han contratado consultorías de estudios de abogados. ¿Cuántas consultorías van ya? Y ni siquiera se ha generado un espacio para dialogar en torno al cambio de matriz productiva desde la cultura.

Por todo esto, este III Encuentro es también un jalón de orejas al resto de sectores. Y es una prueba de que, si es posible reflexionar y discutir, sí es posible lograr consensos y sí es posible proponer. Bien por el cine nacional.

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