Hoy es Navidad y quiero celebrarla con millones de hinchas en el mundo entero que celebran la Copa del Mundo obtenida por la selección argentina. El mejor regalo que podían recibir en estas fiestas.
Las imágenes son elocuentes y desbordan pasión y emoción. Más de cuatro millones de argentinos se congregan en las calles de Buenos Aires para celebrar a sus campeones. Son imágenes que conmueven.
Los hinchas celebran a lo grande a su selección. Hoy son los más grandes, pero si no ganaban eran un desastre. El éxito y el fracaso los llevan al abismo. No hay punto medio. El fútbol convoca amores y odios.
Muchos de los que se dieron cita en los alrededores del Obelisco y en los medios de comunicación y redes sociales, como comentaristas, son los que hace algunos años criticaron duramente a Messi cuando la selección argentina no pudo conseguir el trofeo de la Copa América, luego de una final perdida ante Chile.
Ya nadie se acuerda de ello o si lo hacen no lo mencionan.
Era junio de 2016, cuando Messi confesó su dolor por no poder ser campeón con Argentina y anunció su retiro de la selección. La escena aun permanece dentro de mi cabeza.
Un Messi que se iba, desbordado por criticas e insultos crueles y despiadados:
Pecho frío.
Solamente te importa la plata.
Quédate allá.
No sentís la camiseta.
Sos gallego, no argentino.
Si alguna vez renunciaste, piénsalo otra vez.
Mercenario.
Pero Messi volvió a su selección porque rendirse no era una opción. Regresó y fue líder de su equipo. De nuevo lo vimos y disfrutamos el juego del mejor jugador que muchos no habíamos visto en la vida.
Luego de seis años, la selección argentina con Messi como su capitán, se ha coronado como la mejor del mundo.
Los hinchas han perdido la memoria. Y las exhibiciones de fanatismo y arrogancia de muchos periodistas, que lo destrozaron en ese momento, han quedado en el olvido.
Hoy Messi es todo. A sus 35 años, trajo la copa a casa y fue elegido como el mejor jugador del Mundial 2022. Al final Messi, quien seguirá jugando con su selección, venció y les ha tapado la boca a todos aquellos que hace años lo crucificaron y hoy lo elevan a los altares.
No hay otro momento más importante para él y la selección argentina.
El cielo es blanco y celeste, como en la vida misma.