Desde el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos se convirtió en la mayor potencia económica y militar. No obstante, en los últimos años, China se ha transformado en su competidor.
En 2001, el economista británico Jim O'Neill definió con el acrónimo BRIC a las principales economías emergentes: Brasil, Rusia, India y China, quienes representan alrededor del 30% del PIB y más del 40% de la población mundial. El experto indicó que, para 2050 se convertirían en las cuatro economías dominantes, marcando así una nueva era de oportunidades para los mismos. Esto supondría una transformación en la estructura del poder mundial, pero también un reto enorme para estos países y sus gobernantes, quienes requieren ejecutar planes para materializar el crecimiento exponencial previsto. En los años siguientes, la palestra internacional volteó sus ojos a estos Estados abriendo un abanico de oportunidades para inversiones, alianzas y acuerdos comerciales que configuran nuevos escenarios geopolíticos.
Según un informe de PwC, en los próximos años las economías emergentes continuarán siendo el motor del desarrollo internacional y la tecnología será clave para comprender el aumento de la productividad y del PIB, lo que traerá consigo transformaciones.
Para China, esta consideración dentro del grupo BRIC no fue sorpresiva. El gigante asiático ha estado en los últimos años trabajando en un fuerte plan de posicionamiento mundial realizando negocios con múltiples países, entre ellos los de América Latina, quienes han encontrado en China un importante aliado financiero. Tal es la expansión y el impacto del país asiático que en 2014 se convirtió en la primera economía mundial (considerando cifras de poder adquisitivo) y ha iniciado una guerra comercial con Estados Unidos en los últimos años.
Falta poco para que China supere a la primera potencia mundial en términos nominales. Según un informe del Centro de Investigación Económica y de Negocios, se prevé que para 2028, el gigante asiático se convierta en la mayor economía mundial, con un crecimiento del 5,7% del PIB entre 2021 y 2025. El manejo de la pandemia del covid-19 habría contribuido a estas cifras.
Ahora, China tendrá otros retos más allá de la economía. Uno de ellos será lograr posicionarse culturalmente como lo ha hecho Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Requerirá para ello presencia, sagacidad e inventiva.