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El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

El arte de beber en el Ecuador de antaño

12 de marzo de 2015

Comer y beber son dos acciones fundamentales para la vida humana. Pero, a lo largo de la historia, los seres humanos buscaron convertir estas necesidades vitales en espacios de placer individual y recreación colectiva. Surgieron así el arte culinario, los banquetes rituales y festivos, y la fiesta popular, donde la comida, la bebida, la música y el baile se juntaban en una ceremonia placentera, destinada a olvidar penas, perdonar agravios o rendir pleitesía a una entidad divina, imaginaria o incluso burlesca.

Platón, en su memorable texto El Banquete, revela que después de la comida tenía lugar el sympósion, que consistía en un momento de solaz espiritual, en el que se recitaban versos, se hablaba sobre las cosas gratas de la vida, se cantaba y se presentaban danzarinas. Y también habla de un personaje clave del mismo, el Simposiarca, cuya tarea era la de escoger las bebidas a consumirse y el ritmo con que estas debían ser servidas, para prolongar al máximo la embriaguez y demorar la llegada de la ebriedad.

Pero, ¿qué es la embriaguez? El notable pensador y escritor guatemalteco Luis Cardoza y Aragón la definió como “ese estado de consciencia a través del cual captamos la dimensión exacta del mundo, su milagro, su belleza, su gracia”.

Elogiado por escritores y filósofos, mostrado por la Biblia como motivo del primer milagro de Cristo, el vino ha sido motivo de alabanza en prácticamente todas las culturas, al igual que su primo hermano más joven, el aguardiente.

Así, entre nosotros, el cantor popular elogia en las coplas carnavaleras a las virtudes de la bebida: De la caña sale el jugo, / del jugo se hace el fermento, / de este sale el aguardiente, / que es mi amigo más consciente. // Con trago adentro se canta, / amores idos se evoca; / la amistad que nos encanta / se cultiva y se retoca.

Estas y otras reflexiones vienen a mi mente a la hora de comentar el gratísimo libro de Javier Gomezjurado Zevallos Las bebidas de antaño, que, en hermosa edición y con bajo precio, ha sido puesto en el mercado.

Se trata de un libro inteligente y atractivo, que nos lleva de la mano a través de la historia para mirar el paisaje cultural de las bebidas tradicionales del Ecuador, desde las chichas precolombinas, que lubricaron las ceremonias y labores de los pueblos andinos, hasta la cerveza moderna, cuya producción iniciaron en Quito los frailes franciscanos; desde los aguardientes destilados en la época colonial hasta los productos, compuestos, combinaciones y recetas regionales de hoy.

Hay en la obra un gran rigor metodológico, que ha permitido a su autor bucear en todas las fuentes y meandros de nuestra cultura, en busca de estudiar los elíxires de la exaltación báquica. Pero hay también un espíritu lúdico, que se recrea en la descripción de la vida cotidiana y la fiesta popular, escenarios privilegiados del consumo de nuestras bebidas de antaño, que en gran medida, y por suerte, siguen siendo también las bebidas de hogaño.

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