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El Telégrafo

El areteo

02 de abril de 2012

Un tema eminentemente técnico y práctico, acogido con entusiasmo por los dueños del ganado vacuno, se ha convertido en centro de una virulenta polémica por obra y desgracia de la politiquería. El simple hecho de levantar una estadística confiable con el número de cabezas de ganado existentes en el país, mediante la colocación de un “arete” en la oreja de los animales, ha servido de pretexto para la más absurda y descabellada acusación por parte de cierta cúpula indígena golpista y sus aliados de ocasión, de que el “areteo” sería para cobrar impuestos a los dueños de los semovientes.

Qué cerdosa mentira, sin lógica ni imaginación. Si esa fuera la intención, bastaría con  revisar las declaraciones de impuestos de los grandes, medianos y pequeños ganaderos que están obligados a presentar a la Administración Tributaria. No cabría perder tiempo y recursos colocando un arete a cada animal con un chip dizque para localizar impuestos. El propósito es técnico, se trata de calificar al ganado que ha pasado los controles fitosanitarios, libre de enfermedades como la fiebre aftosa, con el objeto de autorizar su conducción a los camales de faenamiento para el consumo humano. Hay que establecer los porcentajes de ganado bajo control, para propender al mejoramiento de la producción cárnica, leche y más derivados, en beneficio precisamente de los propietarios de los animales y de la salud humana.

Le oímos al prefecto indígena caminante que con el “areteo” va a aumentar el robo de ganado porque, según él, los ladrones van a ir arrancando las orejas de los toros y vacas con arete y todo. ¿Entendieron? Ni yo. ¿Qué quiso decir? Nada tiene que ver el cometimiento del grave delito de abigeato que debe ser perseguido y castigado por los jueces, con la colocación de un dispositivo de control estadístico, operación aceptada por los dueños de los hatos de ganado, por las indiscutibles ventajas del arete hasta para asegurar sus legítimos intereses patrimoniales.

Por allí salieron con la media mecha de que los impuestos verdes supuestamente afectan a los pobres. ¿Acaso los pobres tienen esos carrazos que con sólo prender el motor contaminan a leguas? Los pobres se movilizan en transporte público, que está exonerado de esos tributos, a pie o en bicicleta. Los pobres son los que más cuidan la Pacha Mama con prácticas ecológicas de conservación de la naturaleza. El porcentaje de la población que paga ese impuesto es mínimo, no nos vengan con el cuento de que afecta a los más pobres. Eso es demagogia barata que en su momento les pasará la factura a los politiqueros de esa rara mescolanza de extremas izquierda, derecha y oportunistas.

Qué dirán los jóvenes que lucen aretes en las orejas, nariz, lengua y hasta en los párpados. Si les gusta, no tienen por qué hacer caso a los tremendistas mentirosos, que ante la orfandad de apoyo en las bases, han salido en defensa de las vacas que en su coquetería animal están tristes porque pretenden negarles un mísero arete.

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