Estando cercanos a conocer el proyecto normativo de reformas laborales; quedando estupefacto ante una desafortunada declaración de una parte del Empresariado ecuatoriano respecto a que ‘las actuales generaciones no están deseosas de estabilidad laboral’; y, antes de aportar a lo ya trabajado por el Consejo Nacional de Trabajo y Salarios; partamos de lo siguiente:
Celebro que el Ministro del Trabajo ha manifestado una y otra vez que el acuerdo con el Empresariado persigue alcanzar la vinculación al mercado laboral de quienes son parte de la economía informal y del desempleo, y que la línea roja –a jamás cruzar– está en caer en una configuración a cualquier tipo de vulneración a los Derechos de los Trabajadores. ¡Bien, y todos coincidimos! Sin embargo, no puedo aplaudir al Empresariado. En general, y lo he venido esgrimiendo, el Empresariado no ha extendido la mano, en igual magnitud, como la extendió el presidente Lenín Moreno, en pro de la generación de empleo, pudiendo -y estando llamados ellos a- hacerlo. ¡Y no solo lo digo yo! En lo específico, que una parte del sector empresarial sostenga –sin argumentación empírica, al menos– que dentro de la sociedad haya quienes no les agrada la permanencia en materia laboral, refleja desconocimiento de la concatenación ‘empleo - estabilidad’ impulsada por la OIT. Bastaría reflexionar, por ejemplo, en la obra de Somavia (2014), bajo el sello editorial OIT: ‘El Trabajo Decente’. De paso, manifestar que él (ex Director General OIT) aborda este controvertido tema considerando a la globalización tecnológica.
Desde mi recorrido en consultorías empresariales, provechoso sería que la ‘estabilidad laboral’ esté presente en el proyecto de Ley. “… la estabilidad se la da uno…”. Si así fuese, la OIT no exhortara a las organizaciones a que garanticen estabilidad en la oferta laboral. Es más, surge interrogante ¿Hay nexo entre productividad y permanencia? Guía: ‘Trabajo Decente’, conforme la OIT… (O)