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El Telégrafo

Egonautas o sobrevivientes

19 de agosto de 2011

“Para que los hombres puedan  embellecer sus almas es necesario  que conozcan  la naturaleza”.
Humberto Maturana, biólogo chileno

Los caminos de las ciencias, con toda la importancia  de sus decisiones, han permitido explorar y conocer nuevos y fundamentales  segmentos para el conocimiento  intelectual y espiritual. Tal hecho sustancial hizo que los seres  humanos  cambiaran  y que algunos de ellos se convirtieran en   señores  y amos de la naturaleza en toda su dimensión  y particularidades, lo que implica   que asumieran  el rol de los  mayores depredadores  y aprovechadores de sus recursos, que obviamente  no son infinitos.

El capitalismo  desarrollado devastó su propio  medio ambiente y también el de los países pobres, creando necesidades de bienes de consumo superfluos y efímeros, sustentadas y amparadas en formas existenciales baladíes y de circunstancias, en una verdadera orgía  de consumismo depravado e inútil y que agrede los ecosistemas, desde la época de la revolución industrial hasta nuestros días, solventando la posibilidad -cuya certeza es cada vez mayor- de la desaparición de la especie humana en la Tierra.

Esta disyuntiva fatal se corresponde con  la infame creencia de algunas sociedades opulentas  o de grupos reducidos de población: “Tener  es mejor que ser”; por ello los cambios conceptuales de vida de la persona humana y  las modificaciones de las relaciones políticas y económicas  entre las naciones son imprescindibles.

El Ecuador, desde la entraña humanística de su revolución ciudadana, lanzó a todo el orbe la iniciativa Yasuní-ITT, que establece evitar  explotar  un gran yacimiento petrolífero de una  envergadura mayor a  los 846 millones de barriles y cuyas  emisiones de CO2 a la atmósfera del planeta  complicarían más el  endeble  equilibrio medioambiental  del mundo. Frente a esta propuesta  generosa y sabia, la reacción  de algunos Estados ricos  ha sido decepcionante y mezquina.

El  presidente de la República,  Rafael  Correa Delgado,  el 23  de septiembre del   presente año, asistirá a la 66 Asamblea General de las Naciones Unidas y  formulará  en ese foro mundial la más interesante y novedosa  proposición  medioambiental que se conozca, cuyas connotaciones humanas y financieras son mayores que aquellos  planteamientos  incumplidos   de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro.

Esta paradoja histórica, que desde una patria subdesarrollada,  y que requiere de su riqueza natural para el progreso  de su pueblo, se  solvente  un criterio para el bienestar de toda  la humanidad, nos da la esperanza de que podemos ser navegantes de nuestras conciencias ética y social, y no solamente sobrevivientes  aislados y egoístas.

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