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El Telégrafo

Efectos de la polarización

17 de mayo de 2011

Pasada la consulta, percibo el aire enrarecido y los ánimos crispados. ¿Será acaso que en nuestra polarizada sociedad no queda espacio para los grises y por eso tantas personas nos sentimos atrapadas en el medio?  Será que no es posible ejercer el sagrado derecho a expresarnos dentro de un espectro diferente al de un pensamiento político monocromático? 

La polarización no es buena o mala en sí misma, pero cuando es excluyente sí tiene un efecto negativo porque atenta contra la democracia que busca convivir y no excluir en la diferencia. Esto es algo que no guarda coherencia con el Ecuador contemporáneo donde hablamos de diversidad, plurinacionalidad y pluriculturalidad, donde nos involucramos con el mundo globalizado del siglo XXI y tratamos de abrir nuestras mentes, a veces conservadoras, a ideas más progresistas. 

La posición en extremo radical de muchos actores políticos y comunicadores, fruto de una actitud soberbia que les hace sentirse dueños de la verdad,  está teniendo otro efecto social negativo, puesto que las conductas públicas,  agresivas y mal intencionadas tienden a convertirse en aprendizajes continuos para la ciudadanía, que adquiere ese modelo como estilo para  resolver sus conflictos. Si todos logramos cambiar la forma de verbalizar nuestros pensamientos por un lenguaje donde no tengan cabida la violencia, la descalificación y la “adjetivización” ofensiva, estaremos ayudando a cambiar el patrón de aprendizaje que está desarrollando el pueblo ecuatoriano.

No podemos dejar de reconocer, con mucha pena,  que hemos cambiado los libros por la televisión y que es a través de ella que recibimos en la actualidad nuestros modelos de comportamiento; si lo que estamos aprendiendo de algunos políticos, comunicadores y de una programación violenta y amarillista en televisión es a ser intolerantes y a expresarnos con la violencia, tendremos que hacernos a la triste idea de que vamos a replicar el modelo y a convertirnos en una sociedad intolerante, agresiva, violenta y, lo que es peor, más excluyente de lo que ya es.

Por eso comparto la actitud de voces que reclaman bajar el tono agresivo en el ambiente político y en los medios, pero celebro aún más la actitud conciliadora de varios líderes y comunicadores que han encontrado en la consulta una oportunidad para promover actitudes más respetuosas, más plurales y abiertas que permitan un debate político, así no se pongan de acuerdo, pero que sean buen ejemplo para una sociedad estresada por tanta confrontación.

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