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El Telégrafo
Simón Zavala

El efecto Lázaro

12 de febrero de 2020

Sucede que en algunas sociedades como la nuestra, los “viejos”, como nos llaman los que creen que nunca envejecerán, somos parte del desecho social y ya no se nos toma en cuenta para nada. Son sociedades indolentes, indiferentes, insensibles e inconmovibles, en las que todo puede ocurrir.

Claro, son sociedades que finalmente terminan abatidas y subsumidas en el tráfago de la vida sin ningún norte. Sin embargo, como contrapartida a esa actitud de apatía y de abulia social, la ciencia avanza y se descubren varias posibilidades de que los seres humanos podamos seguir viviendo y busquemos reales alternativas de participación en todos los campos, con el objetivo de contribuir significativamente a un cambio social.

El doctor Sam Parnia, científico nacido en Reino Unido, graduado en Biología Molecular, profesor asistente de medicina de cuidados críticos de la Universidad Estatal de Nueva York, donde dirige el proyecto de investigación “Resucitación”, es el descubridor del método que permite resucitar a una persona que fallece por un infarto cardíaco hasta 7 horas después de ser declarada clínicamente muerta.

En su libro Efecto Lázaro da a conocer dicho método, que consiste en inyectar al muerto una sustancia gel en las arterias a través de catéteres, bajando la temperatura corporal de 37 grados a 32 grados para luego conectarlo a un oxigenador, que activa la circulación y oxigenación de la sangre. Así la actividad metabólica de las células se reduce, evitando su muerte, el corazón vuelve a funcionar y la persona vuelve a la vida sin daño cerebral. Esta metodología ya se está utilizando en algunos hospitales de Europa y Japón.

Las autoridades del Ministerio de Salud y del IESS deberían ya adquirir los equipos para implementar este método, y contratar inmediatamente la capacitación, porque esto es un asunto de alta prioridad. La población jubilada y de la tercera edad en adelante, que es la más vulnerable a los infartos cardíacos, tendría posibilidades de seguir viviendo. Señores, hay que dejar la indolencia y ser un poquito más humanos. (O)

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