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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

Educación, tecnología y trabajos

12 de marzo de 2019

Los cambios siempre traen aparejadas dudas, preocupaciones, la angustia por no saber qué ocurrirá en el futuro.

Es lo que ocurre en los tiempos actuales, cuando vemos el avance de la ciencia y la tecnología, la rapidez de los cambios propiciados por la innovación, que hacen que sintamos una velocidad de vértigo y que lo que aprendemos podrá no servirnos en el futuro, o no será la actividad a la que nos dediquemos.

Esa incertidumbre es parte de nuestras vidas, y se acentúa cuando entramos en la era de la robótica por ejemplo o de la denominada Inteligencia Artificial (AI por sus siglas en inglés) que pondrá en riesgo muchos trabajos; de hecho ya lo hace en algunos países, cuando amables e incansables robots atienden a los clientes, o han entrado en el mundo de ensamblajes en fábricas.

Sin embargo de estas noticias que pueden sonar alarmantes, la historia de la humanidad nos habla de la gran capacidad de los seres humanos para adaptarse a las nuevas circunstancias y también de la evidencia de que la tecnología siempre crea más trabajos que los que destruye.

Así ocurrió con el paso de la cultura oral a la imprenta, del advenimiento de la radio, de la televisión. De la llegada de los electrodomésticos, de la invasión de elementos digitales como celulares, computadores…

Para que la transición no sea traumática, debemos hacer que nuestros sistemas educativos prioricen lo que se requerirá como conocimientos y destrezas que nuestros niños y jóvenes deberán adquirir, por ello es necesario formar a los docentes que deben estar en procesos de aprendizaje y capacitación continuos.

La legislación también debe correr pareja con los desarrollos enunciados. Tal vez en algún futuro no muy lejano, los dueños de factorías y empresas deban hacer un aporte a la seguridad social por cada robot que tengan en sus establecimientos y que reemplace el trabajo que antes hacían los seres humanos, de esa manera evitaremos la quiebra de la seguridad social y mantendremos un sistema de solidaridad viable que haga la vida más amable, que garantice los ingresos.

¿Quién sabe? Aquí hemos deslizado solo algunas ideas de lo que puede o debe ser el mundo del futuro. Seguramente hay muchas más, pero si miramos la perspectiva anterior de la vida y lo que vendrá, ojalá podamos decir que “todo tiempo futuro será mejor”. (O)

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