La Medicina es una carrera con especial importancia para la sociedad y cabría entender que la exigencia en la formación de los médicos debería ser rigurosa. La verdad es que toda carrera universitaria tendría que ser concebida para llevarse a cabo con el máximo esfuerzo. Por razones difíciles de entender, desde hace 10 años, los organismos reguladores de la educación superior han generado una serie de cuerpos legales que marcan la consabida inseguridad jurídica y el desconcierto.
Las carreras de Medicina en Ecuador fueron evaluadas para acreditación en 2015 y solamente 10 de 23 se acreditaron por el entonces Ceaaces (ahora Caces). De modo insólito, tras la acreditación por el Ceaaces, el CES (Consejo de Educación Superior) determinó que las carreras de medicina debían implementar un “rediseño”. ¿Puede concebirse que tras un proceso largo de acreditación en el que la organización acreditadora afirma que una carrera de medicina lo ha hecho muy bien como para merecer el reconocimiento, tenga que comenzar un rediseño para cambiar lo que se consideró bueno? ¡Solo en Ecuador!
Acabado el rediseño, que tomó más de dos años, nos enfrentamos a un nuevo Reglamento de Régimen Académico que, otra vez, obliga, por sus contenidos, a un segundo rediseño. Cierto es que el reglamento en cuestión se aplica a todas las carreras pero, obviamente, involucra también a Medicina.
El artículo 11 de dicho reglamento señala que los períodos académicos tendrán una duración de 16 semanas, o sea, apenas 32 semanas de actividad académica de las 52 semanas del año. Lo que es peor, indica que los alumnos no deberán tener más de 4 horas diarias de contacto con el docente. Esto es menos que los estudiantes de escuela primaria. Penoso que se afecte la autonomía universitaria.
Es de entender que se procure establecer mínimos de referencia, pero no el igualar a todos hacia abajo. Una buena escuela primaria exige aproximadamente 50 horas de actividad semanal entre presencial y trabajo autónomo; la nueva Universidad ecuatoriana, 45 horas. ¡Por favor, que no se legisle para la mediocridad! (O)