La idea de desarrollo ha sido cuestionada en los últimos tiempos. Desde la teoría crítica se alzan voces que descalifican esta idea como un dispositivo de dominación al servicio de cierto patrón de regulación mundial.
La idea del desarrollo estaría conformada bajo los criterios de una razón instrumental y tecnológica que termina siendo funcional a los intereses del sistema capitalista neoliberal. Se trata de una idea movilizadora que alinea en una misma vía, cualquier intento de generar avances cualitativos en las sociedades humanas, reduciéndolos a indicadores cuantitativos y de crecimiento económico.
No obstante, parecería que la idea de desarrollo no solo no ha logrado eliminar los problemas de inequidad, de pobreza, de insatisfacción y de deterioro de la naturaleza al nivel mundial, sino que los ha profundizado convirtiendo el desarrollo en una de las causas del mal-desarrollo de nuestras sociedades. Sin negar la importancia del avance tecnológico e industrial, las “alternativas” de desarrollo puramente economicista han propuesto variantes que humanizan ese gran imaginario social que determina nuestro modo de vida y nuestras aspiraciones de futuro, proponiendo variantes, como el desarrollo sostenible, el desarrollo a escala humana, el desarrollo justo.
Mientras que las corrientes más heterodoxas y críticas hablan de “alternativas al desarrollo”. En nuestro caso, estas “alternativa al desarrollo” bien podrían denominarse como Buen Vivir. ¿Qué tiene que ver la educación con el desarrollo? ¿Cómo es posible contribuir a generar miradas críticas al desarrollo desde la educación y la pedagogía? ¿Qué experiencias transformadoras pueden contarse a partir de la reflexión de estos aspectos fundamentales para el futuro de nuestra sociedad?
Son muchos los retos que como sociedad tenemos con respecto a la reflexión sobre el tema del desarrollo y particularmente desde la mirada de la educación, pero es crucial que vayamos posicionando este ejercicio en la sociedad y en la escuela. (O)