Carlo Galli, en su libro El malestar de la democracia afirma que en la actualidad, mientras la democracia real está en crisis, la democracia como ideal triunfa y está plenamente saludable.
¿Cómo es esto posible? La educación desde un inicio comprendió la importancia que ella tiene en la formación de ciudadanos, pero en la actualidad la ciudadanía no proviene de un proyecto educativo sino de un proyecto nacional estatal.
La idea de la ciudadanía desde la educación es distinta y hasta opuesta a la idea de ciudadanía desde el proyecto estatal. La visión estatalista de la ciudadanía comienza y termina en el Estado que es su contenedor y su límite, mientras que la visión educativa de la ciudadanía integra otras posibilidades de organización y gestión de lo público gracias a la idea de participación y empoderamiento.
La ciudadanía activa es imposible de desarrollar en los asfixiantes límites del estado nacional, pues ciertamente tiende a su superación. En vano se habla de una ciudadanía participativa, cuando en los límites del proyecto estatal, la ciudadanía se restringe al ejercicio de las formas previstas desde un poder administrativo que se resiste a su modificación.
El poder requiere permanencia y reproducción del poder, y la educación auspiciada por el Estado no puede aspirar a otra cosa. La educación va perdiendo la perspectiva de su tarea fundamental, no solo en cuanto a posibilidad de realización de un proyecto de formación de ciudadanos activos, es decir de ciudadanos con capacidad de transformación de lo real, sino que además pierde su capacidad crítica de interpelación de las formas del poder.
La terrible síntesis está en la generación de un discurso democrático con nulas o débiles repercusiones en la vida real de las personas, es decir democracia real en crisis y democracia ideal saludable. Esquizofrenia que termina siendo funcional a los discursos del neoliberalismo capitalista que finalmente terminará comiéndose al Estado “democrático”. (O)