¿Cuáles deberían ser, en el contexto actual, los propósitos y contenidos de una verdadera educación ciudadana? Quizá no logre responder a la pregunta planteada, no obstante, me parece que se debe considerar que en general el contexto se caracteriza por albergar una poli-crisis, expresada en diferentes problemáticas ambientales, económico-sociales, (pluri)culturales y políticas. La educación ciudadana entonces debería ser coherente con este particular momento histórico y buscar comprender, y acaso sentar las bases para la superación de estas cuestiones que en gran medida tienen origen en el sistema económico y político del capitalismo global, el “capitalismo de casino”, denominado así por Henri Giroux, que aparece articulado no solo a una expresa voluntad a-política, y a-crítica de los sistemas educativos, sino a los valores que están contenidos en las utopías del sistema, y que son alimentados por el inmenso sistema de propaganda global, como por ejemplo la idea del crecimiento infinito, el progreso tecnológico como panacea de todo progreso, etc., y también a antivalores y confusiones como pensar que el capitalismo es sinónimo de democracia, o que el individualismo es sinónimo de libertad.
Aquí cabe introducir, por supuesto, precisiones y fundamentalmente discusiones sobre los contenidos que deberían formar parte de un currículo ciudadano más potente, pues el abandono de la comprensión de la política como herramienta de cambio social, muchas veces pasa por la comprensión de la política solo como la posibilidad de la afirmación del sujeto frente al mundo, pero la democracia no solo se trata del aparecimiento y respeto del sujeto en el mundo, sino de la creación de las condiciones de ese mundo para el aparecimiento de ese sujeto. En todo caso la educación ciudadana, que en verdad debería ser denominada como “educación política”, debería iniciar criticando los aspectos que sirvieron para afirmar la vigencia de los diversos proyectos nacional estatales, que, en el caso de Ecuador, ha demostrado su agotamiento e invalidez.
La Constitución del 2008 introdujo algunos aspectos interesantes como el concepto del Buen Vivir y los derechos de la naturaleza de los cuales en la actualidad no se dice ni pio. Después de haber sido usados como bandera de un proyecto incoherente por decir lo menos, denominado irónicamente "Revolución Ciudadana", que a la larga devino en un sistema de gobierno autoritario, patriarcal, centralista y clientelar, caracterizado por un déficit de participación ciudadana, (a pesar de haber vivido múltiples jornadas electorales); estos principios constitucionales quedaron en el olvido.
El concepto de Buen Vivir no se invalida ciertamente, pero ha demostrado su imposibilidad dentro de los límites del Estado, y sin generar aproximaciones coherentes con el mercado. Quizá la educación política debería iniciar examinando por qué no se ha fomentado un debate serio de lo que implica el Buen Vivir en el aparecimiento de un nuevo ciudadano y una reforma sustantiva en la construcción del proyecto educativo que sienta las bases no solo del Estado, que se cae a pedazos, sino de la sociedad entera.