En las últimas semanas se han escuchado voces en América Latina sobre los problemas que enfrenta la educación, no solo por efectos de la pandemia, sino como consecuencia del avance de un proyecto que busca eliminar la educación formativa con fines sociales, para convertir a los individuos en masas de operadores tecnológicos enajenados, destinados a vivir en la virtualidad y su mercado web.
La transición hacia la llamada educación virtual beneficia a corporaciones trasnacionales que producen dispositivos tecnológicos y venden servicios de conexiones. También parecen entrar en el juego empresas de televisión, con el propósito de beneficiarse de la telematización de la enseñanza primaria y secundaria. En Perú, en algunos casos, presentadoras de televisión sustituyen a los maestros.
El problema tiene varias aristas: acceso a internet, Tics, intereses corporativos, pandemia e incluso analfabetismo. Según el INEC solo el 46% de los hogares ecuatorianos tiene acceso a internet en las ciudades y en el campo apenas el 16%. El número de familias que poseen computadora y teléfonos inteligentes, promedia el 50%, mientras en el campo el número se reduce al 23%. El problema es aún mayor si se considera el analfabetismo. En Manabí, por ejemplo, bordea el 10% (Censo 2010) y en la zona rural la cifra es más alta, reveladores porcentajes que habrían variado poco.
La historiadora y educadora ecuatoriana Rosemarie Terán Najas (UASB) reflexionó hace poco sobre la transición hacia la enseñanza digital y señaló que frente a la realidad del 30% de los estudiantes sin conexión de internet, obligados a realizar sus tareas en pequeñas pantallas de teléfonos, mediante chat, “la escolarización universal por la vía virtual se convierte en una ficción y la educación pública pierde su significado incluyente”.
Las Tics producen exclusión y además generan sobre trabajo de maestros, presionados en el caso de Ecuador, a cumplir con indicadores para demostrar su destreza en el manejo de herramientas tecnológicas, en medio de una “gendarmería” burocrática y un “pésimo currículum”.
Terán Najas subraya la necesidad de identificar las transformaciones curriculares y pedagógicas que se requieren, para recrear la relación entre el maestro y el alumno, puesto que se está imponiendo la “razón instrumental”, en desmedro de la razón pedagógica. (O)