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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Ecuador y el mundo

03 de octubre de 2015

La ONU conmemora el aniversario 70 de su creación. Tras el horror de una confrontación que costó 50 millones de muertos, en la cual se inició la era nuclear, la humanidad se convocó para formar un organismo que garantizara la paz del mundo. Desde entonces, pese a aquellos postulados y a las instituciones delegadas para lograr su cumplimiento, la entidad ha cumplido parcialmente su cometido; multitud de conflictos se han desatado en todos los continentes, con saldo de miles de víctimas.

Los cambios en la correlación de fuerzas van determinando el rumbo de las Naciones Unidas. Al concluir la Guerra Fría, pareció surgir un poder mundial unipolar, imponiendo su sistema político y económico. Pero la marcha de la historia que a veces se acelera cambió en pocos años ese determinismo y hoy vivimos el inicio de la multipolaridad, en la cual todos los Estados cuentan y no hay categorías entre ellos.

Tal situación fue observable en el 70 período de sesiones. Ya no solo interesaron las voces de las grandes potencias, sino que cada representante tuvo algo importante que decir. La ética se expresó a través del papa Francisco, con un mensaje frontal en favor de la paz, contra la pena de muerte y el armamentismo y la denuncia de un sistema enemigo de la naturaleza y de la especie humana, en el que impera el afán de lucro y el consumismo. Los encuentros bilaterales conexos permitieron tratar temas candentes como la situación siria, creada por el afán del imperio de contar con regímenes aliados, a costa de crear ejércitos mercenarios, que hoy son una amenaza para sus propios creadores. Palestina izó simbólicamente su bandera y nada impedirá que en un futuro cercano sea miembro con todos los derechos.

América Latina habló fuerte a través de sus dignatarios, entre ellos el ecuatoriano. Correa presidió el cónclave, lo que simboliza el ‘cambio de época’ en la institución, al permitir que el mandatario de una nación pequeña dirija las intervenciones de sus pares. Nuestro Presidente fue contundente al reclamar la responsabilidad de los grandes países contaminadores del medio ambiente, ratificando a nivel mundial los derechos de la naturaleza, constantes en nuestra Constitución.

Su denuncia acerca de los términos desiguales respecto al acceso democrático a la tecnología -la mayor herramienta de desarrollo en el siglo XXI-, entre los centros más poderosos y el resto de las naciones, tiene enorme importancia. Los diálogos bilaterales con varios mandatarios hablan del respeto que ‘el país de la línea imaginaria’ ha logrado. Fueron claros sus pronunciamientos respecto a puntos críticos, como el derecho argentino a las Malvinas, el fin del bloqueo norteamericano contra Cuba, el reconocimiento de Palestina como Estado soberano, el derecho del pueblo sirio a mantener su independencia, y la firma de la  paz en Colombia, entre otros de igual importancia.

Paralelamente, en Quito se reunió el ELAP, en donde los visionarios y actores del cambio compartieron experiencias y aunaron propósitos para no solo entender el mundo, sino también transformarlo. (O)

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