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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Ecuador viable

28 de junio de 2015

La historia de América Latina desde el siglo XVI no es sino la historia de la penetración del capitalismo, un sistema que, como sabemos, es asocial y busca básicamente la acumulación de capital en pocas manos y en determinados lugares del orbe. Primero el sistema requirió reservas metálicas y por ello invadieron el Abya Yala (América).

Después materias primas agrarias y mercados para sostener el capitalismo industrial. Ahora el capitalismo industrial está en crisis y el sistema potencia, al parecer, el capitalismo inmaterial basado en la privatización del conocimiento y mercantilización de la creatividad y el arte. Cada vez que el capitalismo pasa de una fase a otra, provoca más conmoción y desajustes de magnitud, escala y profundidad. Como sabemos, el problema básico del capitalismo es que requiere proletarizar a las masas para que sean consumidores, pero al mismo tiempo acumulan el dinero en pocas manos, no incrementa los salarios y profundiza la pobreza.

Ecuador, milagro maravilloso surgido durante esta tormenta de más de doscientos años, sufrió la penetración del capitalismo, y no solo eso, el servilismo de las élites a ese sistema. Se articuló en el siglo XIX y principios del XX por medio de la producción y exportación del cacao. Después el banano fue el centro de la economía agroexportadora y más tarde a través de la explotación y venta de petróleo. Como consecuencia de la presión del sistema y su penetración agresiva, nuestro país ha estado varias veces al borde de la disolución, provocada no solo por las contradicciones y fragmentación regional de su clase dominante, sino también por el empobrecimiento extremo, legado del neoliberalismo.

Recientemente se produjo una baja inesperada de los precios del petróleo, ocasionada por problemas geopolíticos, pero también porque el capitalismo industrial estaría colapsando y algunas de las neopotencias estarían llegando al límite de su crecimiento exponencial. Todo indica que estamos transitando por un momento de transformación estructural a gran escala, lo cual nos plantea un gran desafío en corto plazo. En el capitalismo nada es gratis, todo se vende, porque es un sistema inhumano que tiene como su dios al mercado, la renta, la ganancia. El dilema entonces es cómo rearticularnos al sistema en su fase de crisis final o recreación, en tanto la humanidad busca una salida definitiva. En el horizonte de nuestro Ecuador, solo aparece como opción inmediata la oferta de energía limpia y servicios (turismo), mientras generamos suficiente conocimiento para exportar y la industria nacional logra repotenciarse después de ser abatida por el neoliberalismo; es decir, en tanto logramos afianzar la nueva matriz productiva.

Hacer viable a un país, es decir, a un Estado nacional que siempre ha estado subyugado por el capitalismo, es una tarea inconmensurable. Todavía más, si se trata de una república de inspiración socialista donde, en tensión con la lógica del sistema mundial, se busca la redistribución de los bienes necesarios para la vida en igualdad de condiciones. Es muy difícil la construcción de una patria socialista en un mundo mercantilizado. Existir como república en momentos de cataclismo mundial es una obra superior. Al iniciar el siglo XIX también había un caos y fue entonces cuando el maestro Simón Rodríguez le susurró al oído al Libertador Bolívar: “O inventamos o erramos”. (O)

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