Publicidad

Ecuador, 04 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Aníbal Fernando Bonilla

Ecuador: entre paradojas, desacuerdos y entendimientos urgentes

18 de agosto de 2015

Cada ecuatoriano (a) debería interpelarse respecto de su aporte al progreso nacional. Más allá de los buenos deseos, como efecto de la diaria tarea emprendida en el círculo familiar, en el espacio laboral, en el desempeño profesional y en la ineludible relación social. Esto es, entender y poner en práctica los principios básicos de ciudadanía, en donde se conjugan la responsabilidad, ética, tolerancia, solidaridad, respeto y compromiso colectivo.

Más aún, en un país en donde afloran pasiones que se han visto desbordadas en las calles, plazas, redes sociales, y en la cotidiana manera de asumir la vida como un cúmulo de afirmaciones y contradicciones. Los recientes días han sido convulsos en medio de un mar de quejas, confrontaciones, subjetividades, decires y quehaceres agitados, cuyo eje de atención fue -y sigue siendo- Quito.

Creo que el tema no se limita a estar a favor o en contra del régimen, sino de aceptar al otro (a), de asimilar la dimensión política en la construcción permanente del Estado-Nación y de asumir posiciones con la suficiente argumentación y contenido en un debate que debería dejar significativas lecciones y no penosos episodios de hostilidad y gritos destemplados que en nada contribuyen, precisamente, para robustecer aquel sentido ciudadano.

Tengo la impresión de que en el ambiente actual se impone una equívoca interpretación de los hechos políticos confundidos con animadversión que raya en el plano personal, y peor aún, en puras disputas domésticas. En este caso -ni en ningún otro- no se trata de medir al oponente político según las complacencias, gustos y afinidades particulares, sino de evaluar -en el contexto de la repercusión general- con suficiente madurez los alcances de una propuesta administrativa y técnica, cuya plataforma ideológica está ligada al Buen Vivir, cuyo derecho es inherente a todas y todos.

Es entendible -hasta cierto modo- que la derecha recalcitrante se incomode por la Revolución Ciudadana y haga lo posible e imposible por retornar a sus desafueros en el ansiado poder, en donde saquearon las arcas estatales en tristes pasajes de la historia reciente, como fue el feriado bancario de 1999, llegando al absurdo de volverse adherentes de la paralización indígena, grupo étnico al cual jamás -ni agroexportadores, banqueros y terratenientes- han considerado sujetos visibles y protagónicos dentro de sus acepciones neocolonialistas de ecuatorianidad.

Pero es bastante paradójico que sectores autonombrados de ultraizquierda sostengan una postura contraria a la oportunidad de disminuir las brechas ricos-pobres, generar condiciones de equidad social, atender a estratos preteridos en gobiernos neoliberales, ratificar la posibilidad cierta de una sociedad intercultural, invertir en áreas fundamentales para el desarrollo humano, generar empleo como efecto de la obra pública.

En ese sentido, la Conaie debería replantear sus demandas y acciones, ya que su condición de actor social debe mantenerse en la vanguardia de sus luchas y conquistas históricas y no en la retaguardia de los conspicuos intereses de la burguesía criolla y foránea. Desde luego, para ello, en el Gobierno deberían existir los canales e interlocutores adecuados, en la medida de ampliar la actitud inclusiva y arribar a entendimientos que transparenten un horizonte común más allá de las desavenencias latentes. (O)

Contenido externo patrocinado