Como sucede desde el inicio del actual Gobierno, en esta vez a partir de la Cumbre Iberoamericana reunida en Asunción, se desató una nueva ofensiva mediática, sugiriendo que el país presenta una imagen poco decorosa debido a las intervenciones del primer magistrado en ese y otros espacios internacionales.
Desde calificarlo de “enfant terrible” hasta acusarlo de llevar un afán disociador más allá de las fronteras, la crítica -que se expresa por lo que el Gobierno hace o no hace- ha reprochado al presidente Correa por su reclamo a quien, como representante del Banco Mundial, ofendió al Ecuador. Alguien dijo, en forma desafortunada, que “de soberanía no se come”, pero la mayoría se siente representada en la actitud presidencial, que rescata la dignidad que debe caracterizarla.
Ante las trabas que los camioneros colombianos ponen a nuestros transportistas y la ausencia de dinamismo en la CAN, nuestro mandatario, con la frontalidad que lo caracteriza, señaló que siendo el objetivo final la integración y la CAN uno de los mecanismos para impulsarla, de ser ineficaz respecto de sus fines, esta debería ser abandonada. Una oleada condenatoria de los opositores de siempre acusó al Presidente de irresponsabilidad, al abandonar un espacio hacia el cual se orienta una parte apreciable de nuestro comercio, aunque nuestro saldo sea negativo.
De paso manifestaban su reprobación a la negativa del Ecuador a suscribir convenios de TLC, suscritos por dos de los miembros de la CAN, lo cual supuestamente les daba incontables ventajas que nosotros no tendríamos.
La firme actitud del Ecuador en la reunión del organismo, que se cumplió en Bogotá, al revés de los augurios de algunos, motivó a los dignatarios de Perú y especialmente de Colombia a prometer redoblados esfuerzos a fin de imprimirle un nuevo ritmo.
Se reconoció la justeza de los reclamos ecuatorianos y su vocación integradora de siempre, habiéndose aprobado algunos puntos que permitirán destrabar y mejorar el intercambio entre el vecino del norte y el nuestro, comenzando por asegurar, a través de la formación de comités de frontera, el entendimiento mutuo entre los empresarios del transporte de ambos países.
Consecuentes con aquello de que “no solo de pan vive el hombre”, podemos concluir que, además, la actitud soberana y de principios en nuestra política exterior también ayuda a obtener aquello que necesitamos para vivir con dignidad y respeto en la comunidad internacional.