Publicidad

Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

Ecuador en la encrucijada

31 de enero de 2021

El país está a escasos días de tomar una decisión en las urnas que será crucial para nuestro futuro. Si la política importa es porque decide el rumbo de las sociedades, y la decisión no será solo sobre quién llega a Carondelet sino, literalmente, sobre quiénes, y cuántos viven y mueren, tanto por las vacunas como por el hambre y desempleo.

Los proyectos políticos neoliberales, como el que plantea el candidato Lasso, ya se experimentaron en nuestro país en la década de los 80, 90 y al inicio del nuevo siglo.  Las medidas de ajuste y la reducción del Estado fueron parte de la agenda política neoliberal de gobiernos como el de Febres Cordero, Durán Ballén, Mahuad, Gutiérrez. La creencia de que el mercado será el organizador de la vida social llevó hacia una desregulación de la economía, a privatizaciones que fueron contenidas por las luchas de los movimientos sociales, y a transferir responsabilidades a la sociedad civil. Todos los estudios muestran que es un proyecto político regresivo, es decir que empobrece más a las capas más vulnerables y permite mayor acumulación de los estratos altos.

Los proyectos políticos del socialismo del siglo XXI, como el que representa el candidato Arauz, y su asesor el expresidente Correa, si bien significaron una discreta redistribución en algunos casos como el nuestro, no tuvo la contundencia ni la efectividad que los significativos recursos económicos y su enorme capital político les daba la oportunidad de desplegar para transformar al país; nos quedaron debiendo. Sin embargo, fuimos testigos de la consolidación de un proyecto extractivista en lo económico y, profundamente autoritario en lo político, que despreció el potencial democratizador de los movimientos sociales como el indígena, el feminista y el ecologista. Además, por lo que han dicho los jueces, involucrado en tramas de corrupción sistemáticas.

Entonces ¿qué nos queda? Podríamos pensar que hay una amplia gama de candidatos, sin embargo, muy difícilmente ellos portan un proyecto político. Lo que tenemos ahí son una sucesión de egos, de perfiles excéntricos que aprovechan el espacio electoral para obtener un reconocimiento que jamás lo tendrían de otro modo. Los que portan un proyecto político son muy pocos, y ahí es donde -considero yo- tenemos que mirar. Un proyecto no individual, tampoco de un grupúsculo, ni siquiera de un partido, sino de colectivos sociales. Una propuesta política que busque una suerte de tercera vía, ni neoliberalismo ni autoritarismo, un proyecto más allá del extractivismo, de la primacía del mercado, de la práctica autoritaria. Un proyecto donde importe la defensa de la vida; de la comunidad y su voz participativa; de la naturaleza; ahí podría construirse algo duradero y alternativo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

una visión sobre el proceso electoral y el contexto político.

 

Contenido externo patrocinado